Father John Misty tiene un nuevo disco a punto… Y ha escrito un texto muy loco (y muy largo) para explicarnos de qué va todo este tinglado.
Estos últimos días hemos podido ver cómo Father John Misty anunciaba su nuevo disco muy a la manera de Father John Misty. Lo cierto es que este hombre siempre ha mostrado una estimulante voluntad de trascender la típica figura de cantautor folkie que triunfa en este siglo 21… Pero, de repente, cuando todos creíamos saber por dónde pillar sus discos, perpetuamente repletos de una visión irónica hacia el ser humano y las relaciones amorosas, va Josh Tillman y se sale por la tangente con lo que será su nuevo trabajo, que se titulará «Pure Comedy» (Sub Pop, 2017) y que se lanzará oficialmente el próximo 7 de abril.
¿Qué sabemos por ahora de «Pure Comedy«? Pues lo típico: está producido por el mismo Tillman en compañía de Jonathan Wilson. Ya tiene un primer single titulado como el primer disco que puedes escuchar en el vídeo a continuación de este párrafo, que incluye animaciones de Matthew Daniel Siskin. Aunque la mejor introducción a «Pure Comedy» es este documental de 25 minutos dirigido por el mismo Father John Misty junto a Grant James. La portada del álbum viene firmada por Ed Steed, ilustrador habitual de The New Yorker. Y, en resumidas cuentas, «Pure Comedy» contendrá un total de 13 canciones que durarán la friolera de 75 minutos.
Una duración que, por otra parte, parece más que justificada por el hecho de que, ante la situación actual de EEUU, Father John Misty ha decidido ampliar el foco de su ironía para aplicarlo sobre la situación socio-política de su país (y, ya de paso, del mundo en general). Lo interesante aquí es que el señor Josh Tillman ha decidido coronar este anuncio de su nuevo «Pure Comedy» con un textazo larguísimo en el que desvaría como si no hubiera un mañana (aunque razón no le falta al hombre) y que te traducimos a continuación.
A ver cuántos de vosotros llegáis al final…
«Lo que ha sido es lo que será,
y lo que se ha hecho es lo que se hará,
y no hay nada nuevo bajo el sol.
Hay algo de lo que se haya dicho
‘Mira, ¿es esto algo nuevo?
que lo haya sido de verdad
en las eras antes que nosotros.
No hay recuerdos de cosas anteriores,
no habrá recuerdos
de cosas que están por haber
entre los que vengan después.
– Ecclesiastes
«Pure Comedy» es la historia de una especie nacida con un cerebro medio formado. La única esperanza de supervivencia para esta especie, encontrándose en una roca cruel e impredecible rodeada de otras especies que parecen más adaptadas a todo el entorno (y para las que son deliciosos), pasa por la confianza en otros cerebros medio formados un poco más viejos. Esta confianza toma diferentes nombres a medida que la historia avanza, como «amor», «cultura», «familia», etc. A medida que pasa el tiempo y los cerebros prueban ser muy buenos a la hora de crear significado allá donde no lo hay, la especie se convierte en portadora de ironías de un bizarrismo y sofisticación crecientes. Estas ironías están diseñadas para ayudar a la especie a sobrellevar la vulnerabilidad desagradable y a intentar reconciliarse con la idea de que su imaginación es desproporcionada en comparación a la monotonía de la existencia.
Ahora, de repente esperan que en la oscuridad haya luz, que en el frío haya calor, que de nada salga algo. La cooperación entre las especies para conseguir estas metas da paso a una visión del mundo en la que en el seno de esas especies crece la creencia de que hay algunos individuos inadecuados para este tipo de trabajo. La contribución de estos inadecuados es de una naturaleza más abstracta e inspiracional. Los inadaptados empiezan a hacer sutiles distinciones entres ellos que van más allá de «comido por un oso / no comido por un oso». Estas distinciones implican no-hacer-las-cosas, tener-un-cuerpo-y-una-cara-guays, artesanía, etc. – Un acuerdo emerge en el que estos rasgos se puede intercambiar por mejor-que-algo. Este mejor-que-algo empieza a extenderse de forma desenfrenada, y la especie empieza a preguntarse si no hay un Hombre del Cielo que a lo mejor es la fuente de ese mejor-que-algo. Parece una buena explicación de por qué esta especie es tan importante.
El Hombre del Cielo dirige la función durante mucho, mucho tiempo, y su círculo íntimo de mejores-que va creciendo muy poquito a poco, aunque al final de su reinado todo el mundo en la especie se considera uno de ellos. Desafortunadamente, hay algunos mejores-que que se juntan y deciden que una forma de mejor-que es mejor que otras formas de mejor-que e imparten esa enseñanza en los pequeños cerebros medio formados de los bebés (muchos interpretan esta distinción como «yo’s» contra «no-yo’s»). Los «no-yo’s» eventualmente acaban por encapsular a todo el mundo que no sea un «yo» soltero, y esto allana el camino hacia un comportamiento desagradable hasta que la especie llega a un punto de alienación y miedo tal que no hay nada horrible que no se hagan los unos a los otros. Para lidiar con este panorama tan poco ideal, que parece sospechosamente incompatible con su progresividad y evolución en este punto, se entretienen con un olvido basado en política, sexo, finanzas, filosofía y otros juegos de guerra. Lo hacen hasta que están tan insensibles, hasta que la idea de los «no-yo’s» es tan insostenible, que son incapaces de darse cuenta de que están muertos. Esto ocurre en un loop infinito hasta el final de los tiempos.
Algo así.
Imagina si quieres, a medida que el disco empieza, que estás en el espacio exterior buscando la Tierra y que, aunque es imposible «caer» a través del espacio, empiezas una caída libre en dirección a la canica de azul brillante. Durante los siguientes 75 minutos, caes en picado hacia la Tierra, perdiendo más y más perspectiva sobre el lugar abstracto e inpermanente que es nuestro planeta, sobre cómo tropezamos con las mismas piedras de forma predecible, cómo resbalamos sobre la misma piel de plátano una y otra vez, sumergiéndonos rápidamente en el asunto turbio de ser un ser humano – el dudoso privilegio de estar aquí, el significado esquivo, el amor verdadero y su habitual ausencia, la euforia aleatoria y la inexplicable miseria de los demás, la verdad y sus seductoras falsificaciones, la sofisticación de las respuestas que no tienen sentido, el barbarismo de nuestros apetitos, los golpes de suerte y la injusticia, la fe y la ignorancia, el aburrimiento devastador que aletarga la mente, y el terror de que todo se acabará demasiado pronto. Antes de que te des cuenta, habrás aterrizado y te encontrarás tendido en el suelo sobre tu espalda mirando las estrellas. Si tienes suerte, estarás con alguien a quien ames; incluso solo por un día, un año, una vida. Aunque haya pasado una hora, ya no recuerdas cómo se veía la Tierra desde el espacio, ni cómo todo te parecía muy simple tan solo hace unos minutos.
Sé que no todo el mundo piensa lo mismo sobre lo que está pasando ahora mismo. Lo que para unos es claramente una variedad del nacionalismo blanco servido como un número de anti-fantasías de paranoia inducida impuestas sobre los pobres sin educación precisamente por parte de los ideólogos apoyados por los votantes obreros que pueden ser manipulados para que voten contra sus propios intereses y así asegurar que siguen siendo pobres sin educación antes de pasar a la acción echándole la culpa de todos sus problemas a las distinciones de raza, género y sexualidad, de tal forma que la gente se olvide de todo lo que es bueno en América. Esto es una oportunidad para otros de traer al país de vuelta de la influencia de los hipócritas tiranos corporativos decididos a esclavizar nuestras mentes con una débil retórica liberal que justifique arrebatarle el trabajo a gente decente para que ellos puedan llevar a cabo su sueño utópico de una imposible comunidad global diseñada para beneficiar únicamente a sus arquitectos (probablemente consorcios bancarios, clubs pedófilos y, definitivamente, los Illuminati).
Este disco no se casa con ninguna de estas visiones.
Estas dos visiones dan por garantizado cierto grado de sofisticación, o por lo menos un grado de cooperación que estoy totalmente convencido de que los humanos no poseemos; eso por no mencionar la lógica inherente a los procedimientos aquí en la Tierra – que más que nada prueban que todo es un chiste demente.
La terrorífica realidad concerniente al dilema descrito más arriba es un caos y nadie está realmente al control de nada.
Pero ¿qué pasa con la historia bien documentada de humanos que convierten en un infierno la vida de otros humanos desde el principio de los tiempos?
No hay una explicación intelectual, política o espiritual que satisfaga a nadie durante mucho más que un instante. No hay una explicación que calme nuestro instinto de compasión y liberación. Una explicación que podamos aceptar y seguir hacia adelante o que podamos seguir gritando a nuestros respectivos cielos «¿por qué, Dios, por qué?».
Las cosas son como son porque nosotros, la raza humana, así lo queremos.
Así es como lo queremos.
Aguante el jodido teléfono. Josh Tillman, has dicho y hecho algunas cosas jodidamente estúpidas desde que te conocemos, pero esto es demasiado.
Ahora los liberales y los conservadores están cabreados por igual porque el cabreo es un sentimiento que es profundamente insensible a las formas en las que el otro lado está equivocado de forma objetiva en cuanto a decencia básica, pero ¿cuál es la alternativa? O somos todos cómplices en esta pura comedia, o la gente a la que no hay que culpar estará en guerra con la gente a la que sí que hay que culpar hasta que todos estén muertos. Así de simple.
¿Es posible el progreso? ¿Qué pinta tiene? ¿Sería la conversión de todo el mundo a nuestras propias creencias? Bueno, ya hemos visto cómo va eso. ¿Sería la destrucción de todo aquel que no se conforme? No es eso. ¿La construcción de instituciones con el poder e infraestructura a forzar una ley que contente a cuantos más mejor? No hay mucha evidencia de que esto haya dado buen resultado.
Lo que yo recomiendo es lo siguiente: volvamos al ciclo Védico y rindámonos a la evidencia de que muchos de nosotros acabaremos devorados por los osos. Es lo natural. ¿Qué tal si, en vez de pretender que nuestras vidas incluyan perpetuamente valores como la felicidad, la realización de los sueños, la extirpación del dolor, la certeza existencial, la salud material y todo tipo de estimulación romántica, nos mostramos agradecidos por cada día que pase sin que nos devore un oso? ¿Qué tal si el progreso simplemente significara pasar de un día al siguiente sin haber sido desmembrado violentamente por un grizzly 9 pies de alto y 500 libras de peso?
La ironía aquí, evidentemente, es que muchos más humanos de los que nos imaginamos, muchos de los que no van a leer las interminables notas para un disco de folk rock, viven en un miedo diario y perpetuo a ser asesinados por un mamífero mucho más terrorífico que un oso, y creo que ya sabéis a qué mamífero me estoy refiriendo. Este tipo de ataque mamífero se basa en la virtud pesadillesca de que es un asesinato puramente ideológico. Los osos matan porque están hambrientos; son razonables a ese respecto. Así que a lo mejor deberíamos someternos a su autoridad. En los osos confiamos.
Si seguimos viviendo de esta forma – inmunes a las leyes naturales de esta roca sin Dios que gobiernan todo lo demás -, la existencia humana continuará siendo un chiste cruel. Temo, sin embargo, que ya sea demasiado tarde para que volvamos al orden natural. No tenemos ningún deseo de volver a nuestra escena primaria. Nos gusta tal y como es ahora mismo. ¡Tenemos bocadillos cuando estamos hambrientos! ¡Tenemos aviones para ir a donde queramos! ¡Tenemos redes sociales para que todo hijo de Dios nos escuche cuando nosotros queramos! Sabemos que hay que pagar un precio asombroso por todas estas ventajas, y que el exceso de unos pocos se paga con la escasez de muchos, ¡pero precisamente por eso inventamos la globalización! ¡Ya hemos construido el muro! Es un gran muro que llega hasta el cielo y que es transparente como el cristal de un museo. Es un muro precioso que atraviesa quirúrgicamente las naciones, las ciudades, los barrios y, a veces, incluso las casas. Es un mundo dentro de un mundo, y los que viven dentro de él no tienen ni idea de lo que pasa al otro lado de la misma forma que ahora mismo no sabemos qué pasa en Marte.
Sólo hay una criatura que pueda penetrar ese muro, amigos, y son los osos. Los osos pueden cargarse el cristal. La revolución igualitaria de la justicia osuna está llegando. Antes de lo que piensas. A medida que hace más y más calor, están llegando. Están llegando a nuestros barrios, están llegando a nuestras escuelas, a nuestras iglesias, a nuestros bancos, a nuestros lugares de negocio, a nuestros gobiernos, a nuestras camas.
La broma es que lo mejor que podemos hacer es perserverar, que es lo que hemos probado que nos encanta hacer. Vamos a salvar el planeta, y será un sacrificio glorioso como el que nos mostró el Hombre del Cielo que nos inventamos.
Osos, tío.»