«Tan Solo El Fin Del Mundo» es la novela de Jean-Luc Lagarce que inspiró la nueva película de Xavier Dolan… Y que te enamorará a ti, evidentemente.
Si nos guiamos por la siempre recurrente Teoría de los Autores de Cahiers du Cinema, hay que reconocer que pocos son los directores de la actualidad a los que podamos llamar autores. Una de las principales condiciones para tal cosa era (y es), básicamente, que podrías ver un trozo de cualquier film de un realizador sin saber que es de él e identificarlo inmediatamente a través de sus tics, sus filas y fobias, su imaginario único, original e intransferible. Así las cosas, ahí está Xavier Dolan, que puede ser un tipo insoportable, sí, pero que tiene uno de los imaginarios más sugerentes del nuevo siglo.
Un imaginario que, como todo imaginario habido y por haber, bebe de fuentes muy diversas. Fuentes que cualquiera podría tildar de «dolanianas» si no fuera porque existieron antes que Dolan. Fuentes como, por ejemplo, «Tan Solo El Fin Del Mundo«, la novela que es considerada como la opera magna de Jean-Luc Lagarce. No es para menos, este escritor que falleció en 1995 dejó tras de si una prolífera obra repleta, sobre todo, de obras de teatro impecables. Su cumbre fue este libreto que, curiosamente, contiene una de esas historias que cualquiera puede identificar como «dolaniana» al instante.
A saber: Louis vuelve a su pueblo natal con la idea de comunicarle a su familia que está enfermo y que su muerte es inminente. Allá, sin embargo, se reencuentra con su madre, sus hermanos y su cuñada… Y se lía la de Dios, evidentemente, cuando los viejos demonios resucitan y hacen de las suyas. Tensiones del pasado y claustrofobias del presente en un texto que ha sido traducido ni más ni menos que a más de veinte idiomas y que sólo podía llegar a nuestro país bajo el ala de la editorial Dos Bigotes. Puede que Dolan se llevara el Gran Premio del Jurado en Cannes con la película, pero con el libro tú te vas a llevar una joyita que recordarás toda tu vida.
Más información en la web de Dos Bigotes.