La historia fue tal que así: Bisbal le hizo la cobra a Chenoa… y España se posicionó al lado de ella. Pero, oye, ¿y si la víctima real fuera él?
Antes de avanzar en este texto, una cosa tiene que quedar muy clara: nunca he sido fan de «Operación Triunfo» y, de hecho, a duras penas podría nombrar de memoria a más de cuatro de sus concursantes. Creo fehacientemente que habría que destinar fondos nacionales a encontrar una forma de eliminar la palabra «triunfito» de nuestra memoria colectiva española. Soy de la opinión que «Operación Triunfo» es una operación encubierta del FBI para estupidizar a una nación entera… En resumidas cuentas: simple y llanamente, prefiero comprarme un gato y hormonarle y hacer que me odie para que me arranque los ojos y me arañe los oídos antes que meterme en este tinglado.
Así que supongo que los más fans del programa encontrarán en todo lo que voy a decir a continuación mil y un motivos para enviar a mi casa a Los Miami para que me partan las piernas… Entonces, ¿por qué carajo me arriesgo a escribir este artículo? Pues, mira, porque me parece que todo lo que concierne a la cobra que le hizo Bisbal a Chenoa durante la gala de reunión de «OT» es algo que puede analizarse desde lo musical (si eres masoca) o desde el fanatismo del reality (si estás un poco tarado), pero que sobre todo ha de ponderarse en su interés puramente antropológico. Y eso sí que me interesa.
He de reconocer, eso sí, que este artículo no hubiera sido posible sin la ayuda de Jara Cooper, que amablemente se ha prestado a ponerme al día. Ella ha sido la que me ha explicado que cuando estos dos personajes cantaron «Escondidos» en el programa original quedó claro que eran pareja. También me ha explicado que Bisbal dejó a Chenoa en una rueda de prensa con un océano de por medio, que ella se volvió creisi y se dedicó a dar declaraciones en chándal como una cualquiera, como esa Mari Loli que baja a comprar el pan y te explica que lo está pasando fatal y ves que sí, que lo está pasando fatal, pero también ves el déficit de higiene y entonces el que lo pasa mal eres tú.
Ha sido Jara la que, todo amor, me ha pasado este video que resume de forma pluscuamperfecta el falling and rising de Chenoa…
Y he de reconocer que aquí me veo obligado a hacer un alto en el camino para quitarme el sombrero ante Chenoa por haber descubierto a una edad tan avanzada que hacer de estrella de mar en la cama es un puto downer. Mejor le iría a este país si la gente se pusiera las pilas con estas declaraciones y no con las cobras que nos ocupan. Pero, bueno, sigamos. Porque en el apartado de créditos de este artículo también he de mencionar a ese rumor anónimo que corre por ahí y que ofrece otra perspectiva del asunto al insinuar que, en verdad, todo esto es una soplapollez porque Chenoa tiene completamente superado lo de Bisbal y que lo que quiere de verdad es volver al lado de Álex González, que se ve que es un Dios del Sexo (algo que casi casi casi me lleva a googlear quién es Álex González… pero no, me ha podido la desidia).
Una vez sentadas las bases, vamos a lo que nos interesa: llega la reunión de «OT«, Chenoa y Bisbal vuelven a cantar «Escondidos«, Chenoa que no sabe dónde meterse y se le ve en la cara que preferiría estar en el tour bus de Donald Trump que en ese escenario con su ex, Chenoa que no se mete en el papel porque ya hizo la pazguata una vez y resulta que es una de esas mujeres a las que no le daban dos, Chenoa que no pero que al final sí, Chenoa que ha olvidado por completo el chándal, Chenoa que no se acuerda del corazón partío, Chenoa que va a ser que sí, Chenoa que te la dan con queso…
Chenoa que le hace el koala a Bisbal y, cuando él se aparta, se lanza darle un beso (ella dice que dos, en las mejillas, pero todos sabemos que estos es como cuando nos reímos y le decimos a alguien que era broma que estuviéramos intentando ligar con él / ella cuando en verdad ya teníamos pensada la inscripción en la tumba conjunta que íbamos a compartir). Chenoa y Bisbal protagonizando un accidente de coche a cámara lenta (esto también es de Estela, que conste). Y aquí la tenemos: la 🐍 más famosa del año 2016.
https://youtu.be/XyprlsPeMKM
Entonces llega la puntilla: Bisbal que va y le dice a Chenoa lo de «siempre te he tenido mucho cariño«. Lo que, si quitamos los filtros de corrección política, viene a significar «no te tocaría ni por wi-fi, bicho«, y todos somos conscientes de ello… ¿Qué podía venir a continuación? Pues lo que ha venido: un fervor Chenoista puro y duro. España entera de lado de Chenoa entonando un «been there, done that» comunal porque, al fin y al cabo, ¿a quién no le han hecho la cobra alguna vez que otra y le han destrozado la puta bida, tete? ¿Quién no se ha visto en la tesitura de, varias copas de más después, pasarse por la chirla la poca dignididad que le quedaba para quemar los últimos cartuchos con esa persona que ya te ha dicho mil veces que no (y te ha intentado explicar que «no» no es «sí», sino que «no» es «no»)? ¿Quién no ha enviado un sms borrach@ a las 5 de la madrugada del que se arrepintiera al despertar con resaca?
La cobra de Bisbal a Chenoa sería la traducción al mundo «triunfito» de ese sms a las 5 de la madrugada. Pero, ojo, porque esto empieza a salirse de madre y ahora resulta que Chenoa pobrecita y que vaya hijo de la gran puta Bisbal. Y no digo que no. Qué sé yo. A lo mejor es verdad, porque Bisbal es como los delfines, que está todo el rato con esa sonrisa y esa actitud de optimismo excesivo que te obligan a pensar que seguro que oculta algo. No te fíes nunca de un animal (ni de una persona) que sonríe demasiado. Bisbal perfectamente podría dedicarse a matar cachorros de doge en su sótano y no extrañaría a nadie. No voy a ser yo el que defienda a Bisbal porque, venga, en serio, ¿cómo voy a defender yo a nadie con ese puto pelo?
Pero, sea como sea, me gustaría hacer una pequeña observación. Una observación que nace de una pregunta: ¿qué hubiera pasado si la cosa hubiera ocurrido exactamente al revés? Está claro: Bisbal no sería el pobrecito de la situación, sino que sería un jodido baboso y encarnaría a todos esos otros babosos que se tienen que quitar de encima todas las tías de este país. Vamos, que lo que vengo a decir es que el destino de Bisbal estaba sellado y que su pasaporte hacia la fatalidad lo compró en el momento en el que Chenoa salió en chándal a llorar delante de una cámara. Haga lo que haga, siempre va a ser el malo de esta función porque además, cuando a un hombre le hacen una cobra, nunca es «pobrecito», sino que es un triste pagafantas o un baboso.
Por mucho que, si te lo paras a pensar, a lo mejor la víctima es él y no ella… ¿Quién no ha tenido un o una ex que siempre vuelve a intentarlo aunque le has dicho mil y una veces que no (y le has intentado explicar que «no» no es «sí», sino que «no» es «no»)? ¿Quién no ha visto venir de lejos los reiterativos avances de esa persona que se niega a asumir su condición de vergonzoso error de una noche? ¿Quién no ha recibido a las 5 de la madrugada un sms borracho, lo ha borrado y se ha olvidado por completo de él? Sí, esta sería la empatía que mostraríamos hacia Chenoa si el cuento hubiera acabado al revés. Pero como el que hizo la cobra fue Bisbal, pues eso.
Dicho todo esto, la única forma en la que puedo cerrar este artículo es dejando bien que, al fin y al cabo, tanto Chenoa como Bisbal me importan un cojón de mico. Pero ver cómo todo un país se posiciona al lado de esta mujer ha estimulado al abogado del diablo que llevo dentro y me he dicho: venga, vamos, ponte a escribir, que hace tiempo que no te insultan por culpa de alguno de tus artículos. Así que nada: #graseas por adelantado.