Tanto The Weeknd como el patrio Aaron Rox presentan nuevos videoclips repletos de mal rollo… ¿Qué pasa si los enfrentamos en una batalla campal?
En nuestras anteriores batallas de vídeos confrontamos los clips simiescos de Coldplay y Tame Impala por un lado y los desparrames fiesteros de Neon Indian y Cassius por el otro. En ambos casos exhibimos el lado más divertido y hedonista del género audiovisual aplicado a la música: todo eran risas, cucamonas, meneos y colorinchis… Pero esta vez hemos decidido dejarnos llevar por nuestra pulsión más morbosa subiendo a nuestro particular cuadrilátero a dos de los videoclips más perturbadores del momento: “False Alarm” de The Weeknd y “My Private Dance Alone” de Aaron Rux.
Sabemos que no es ninguna novedad tratar de remover la cabeza y las entrañas del espectador apelando a sus instintos más bajos y primitivos (resulta difícil olvidar, por ejemplo, el “Sheena Is A Parasite” de Cris Cunningham para The Horrors). En el caso que nos ocupa, sin embargo, nos encontramos ante dos trabajos que llevan un paso más allá el mal rollo visual, ya sea recurriendo a una espectacularidad propia del cine y del videojuego de acción o a un macabro realismo cotidiano.
Al final, independientemente de sus formas, estos dos videoclips actúan como un puño golpeando la boca del estómago o como dos manos que aprietan el cuello hasta cortar la respiración y provocar arcadas. Avisados quedan todos aquellos de alma sensible y sugestionable que se atrevan a darle al play del reproductor. Nosotros lo hemos hecho, no sin agarrarnos con fuerza a la silla, para poner frente a frente estas dos piezas dispuestas a quedarse instaladas en un rinconcito de nuestro subconsciente durante un largo tiempo.
Pero a lo que vamos: sin más dilación, valientes lectores, comparemos los vídeos de “False Alarm” y “My Private Dance Alone”. ¿Cuál les dejará más noqueados?
THE WEEKND. Puede que el videoclip de «False Alarm» de The Weeknd haya pillado por sorpresa a muchos. A la gran mayoría, claro. O, por lo menos, a la gran mayoría de personas acostumbradas a ver videoclips… pero no a jugar a videojuegos. Y es que, al fin y al cabo, lo primero que va a pensar cualquier fan de «Grand Theft Auto» (especialmente, la cuarta y la quinta parte de la saga) es que esto ya lo ha visto y vivido antes.
¿Un robo a un banco con mogollón de fardadas y pirotecnia? Claro que sí. Aquí hay explosiones, disparos, mucha policía que acaba cadáver, un drone muy fardón, una huida en una furgoneta, un salto de esa furgoneta a otra… Y, sobre todo, un rehén inocente que acaba siendo parte de un maravilloso final inesperado. Vale, venga, admitamos que el plano secuencia en cámara subjetiva del videoclip de The Weeknd no existe de forma tan impactante en «GTA» y te deja totalmente clavado en la silla de forma muy similar a como lo hacían los planos secuencias de «Hijo de los Hombres» de Alfonso Cuarón. Y reconozcamos también que el giro argumental es una puñetera genialidad.
Pero es que, al fin y al cabo, tampoco podíamos esperar menos de Ilya Naishuler, director de «Hardcore Henry» que esta vez sigue con el rollito «hardcore» asegurándonos un reguero de muertes sangrientas, disparos a bocajarro, traiciones viscerales… Y ya. Que se me acaban los sinónimos de mal rollo. Eso sí: al final, lo que prima en el videoclip de «False Alarm» es más la imposibilidad de apartar la mirada que el rechazo que suele provocar la sangre. Y eso sólo puede ser bueno. [Más información en la web de The Weeknd] [Raül De Tena]
AARON RUX. “My Private Dance Alone”, el título del nuevo single extraído del debut en largo de Aaron Rux, “Pacific Princess” (El Volcán Música, 2016), puede llevar a engaño al hacernos creer que la protagonista de su vídeo (dirigido por Pablo Hernando y enmarcado en el proyecto multidisciplinar Pacific Princess: Comunidad y Arte), encarnada por Ingrid García Jonsson, se marcará un bailecito a solas, quizá jovial o quizá sugerente, acompasado con el magnético ritmo de la canción. Esa es la impresión que se tiene cuando la chica accede a una estancia de hotel en la que no hay mucho con lo que entretenerse para escapar del aburrimiento.
Así vemos a García Jonsson: perdida en la habitación, sin saber qué hacer, se le pasa el tiempo. Pero he aquí que, de entre los enseres de su maleta, saca un objeto que, en realidad, no es una cosa inerte, sino un ser vivo. Muy vivo. De hecho, en cuanto Ingrid lo agarra y se tumba en la cama para experimentar con su cuerpo, se aprecia que no es precisamente un elemento estático. Todo lo contrario.
Hagamos una pequeña parada y tomemos aire, como nuestra híper-estimulada protagonista. ¿Se imaginan qué está sucediendo en la escena? Piensen en el hentai más viscoso y cefalópodo llevado a la realidad con todas sus consecuencias y acertarán. Llegado cierto momento del clip, las neuronas no saben si transmitir sensaciones de asco o gusto. O ambas a la vez, como muestra el cuerpo retorcido de García Jonsson, que parece ver pasar su vida ante sus ojos porque el asunto se le ha ido de las manos. Mejor dicho, de los tentáculos. Moraleja: el placer sin control, no sirve de nada… y te puede dejar hecho polvo. [Más información en el Facebook de Aaron Rux] [Jose A. Martínez]
¿EL VEREDICTO? Imposible quedarse con un único vencedor, ya que aquí cada uno barre para casa… y sale vencedor en lo suyo. The Weeknd triunfa como impacto certero en el que vives perfectamente el mal rollo en tus propias carnes. Y Aaron Rux hace lo mismo pero sin necesidad de enseñarlo todo, sino simplemente dándote pinceladas de lo que ocurre. ¿Para qué quedarnos con uno cuando podemos gozar (es un decir) ambos?