Puede que ya sepas que Brooklyn Beckham estuvo en la #PullAndBearHouse… Pero en FPMag queremos explicarte TODO lo que ocurrió en el evento. Y no fue poco.
Que sí, que la era en la que vivimos hace posible que la información viaje mucho más rápido y sin esos filtros molestos que suelen (solemos) ser los medios de comunicación y los periodistas. Es la era del estado apresurado de Facebook, los 140 caracteres de Twitter y el fotón de Instagram con bien de filtros. Pero todas estas facilidades vienen con una evidente contraprestación: te enteras de todo más rápido, pero también de forma mucho más sesgada, mucho menos profunda.
Porque, por ejemplo, seguro que ya te has enterado de que Brooklyn Beckham fue la gran estrella de #PullAndBearHouse, ese eventazo que se celebró el pasado jueves 22 de septiembre y que prendió fuego a todas las redes sociales. No se habló de otra cosa. No hubieron fotos de otra cosa… Lo que sí que hubo fue mucha envidia por parte de todos aquellos que no fueron invitados. Pero una cosa está clara: FPMag sí que estuvo invitado, y nuestra intención es haceros una pequeña crónica a continuación en la que veas que hubo eventazo en #PullAndBearHouse mucho más allá del hijo de David y Victoria.
ANTES DEL EVENTO. Evidentemente, todo evento tiene un antes (y un después, pero como este suele incluir resaca y otras burradas varias, lo mejor eso obviarlo siempre). En este caso, la previa del evento incluía el necesario avión Barcelona / La Coruña a las 7 de la mañana… y toneladas de envidia hacia nuestros compañeros madrileños, puesto que ellos salían a horas más decentes y en aviones vinilados por Pull & Bear en los que además les trataron a cuerpo de rey.
Pero no hay que dejarse llevar por la envidia, que es muy mala. Mejor centrarse en que, poco después de aterrizar en La Coruña, pasar por el hotel y cubrir en bus el tramo hacia Narón, por fin llegamos a la nueva sede de Pull & Bear. Porque, oye, puede que a ti todo este tinglado te haya parecido una excusa fetén para asociar el jeto de Brooklyn a la marca, pero es que el verdadero corazón del evento era presentar la nueva sede ecoeficiente de Pull & Bear: un edificio de dimensiones colosales donde todo está interconectado para resultar cuanto más eco y cuanto más eficiente mejor (un par de ejemplos: la calefacción y el aire acondicionado se consiguen a partir del exceso generado por otra instalación cercana, las luces se adaptan inteligentemente minuto a minuto para emitir lo mínimo posible, etc.).
Lo más impactante es que, al fin y al cabo, lo eco no se consigue escatimando en otras cosas que importan. Por un lado, la estética: hay que reconocer que las oficinas de Pull & Bear son capaces de ir directas al Top 1 de lugar de trabajo soñado para cualquiera (incluso para los que saben que lo de Google no tiene parangón). Y, sobre todo, al final resulta que la ecoeficiencia suma en vez de restar cuando se trata de articular un espacio de trabajo como la impresionante ala de diseño de 6000 metros cuadrados totalmente diáfanos, sin columnas ni divisiones entre departamentos y con unos ventanales omnipresentes.
Y no sólo eso: como colofón al tournée de prensa en el que recorrimos las instalaciones de Pull & Bear, también pudimos ver un avance de lo que está por venir en cuanto a moda se refiere. Una advertencia: nos explicaron el modus operandi de la firma y resulta que todo está tan optimizado que se pueden permitir servir a las tiendas dos nuevas colecciones por semana, acortando el proceso desde la idea -muchas veces en respuesta a lo que se vende en tienda, cifras que se conocen al momento en la central- hasta la prenda de una forma tan eficiente que en cuestión de semanas pueden asimilar nuevas tendencias. Así que no es de extrañar que en lo que está por venir de Pull & Bear se vean ecos de las últimas locuras de Gucci, Kanye West, KTZ e incluso Hood by Air. Por no contar una nueva colección de fiesta que se sofistica más que en años pasados sin dejar de lado el rollo más casual que siempre ha caracterizado a la marca.
EL EVENTAZO. Ahora bien: si algo impresionó a la prensa desde el minuto uno, eso fue el gigantesco jardín trasero anexado a la sede ecoeficiente de Pull & Bear. Ya desde primera hora de la mañana, allá se había montado un jairi considerable: una carpa de circo donde se intuía que se celebrarían las actuaciones musicales, otra carpa de picnic donde nos invitarían a comer más tarde y todo un conjunto de dulces locuras: una zona de juegos con mini-golf y un Conecta Cuatro gigante, un skate park, múltiples food-trucks, una barra central a modo de cubo envuelto por cortinas rojas…
Todo estaba preparado, pero antes había que comer. Y una cosa ha de quedar clara: el catering que se sirvió antes del #PullAndBearHouse será recordado como aquel en el que muchos tuvimos que decirles a los camareros «no me traigas más ostras, por favor». Ese era el nivel. Y es que los manjares que allá se comieron fueron de un nivel excelente y, sobre todo, fuertemente ligados a la tierra gallega. Hubieron ostras, claro, pero también hubo «la almeja más grande del mundo», una tortilla del revés, una selección de quesos para quedarse loco, chupachups de foie, jamoncito rico, empanada de zamburiñas y otros entrantes que darían paso a unos principales igual de sublimes a base de ternera y bacalao.
Una forma incomparable de coger fuerzas para el eventazo que nos esperaba… Empezaba Natalia Ferviú a los platos mientras el photocall estaba al rojo vivo. Por allá pasaron Úrsula Corberó, Chino Darín, Maxi Iglesias, Ana Rujas, Juanpa Zurita, Jay Alvarrez y muchos otros que después se dedicaron a socializar en el festivalón que habían montado en #PullAndBearHouse. También pasó Brooklyn Beckham, como ya sabrás, pero la cantidad de agentes de seguridad que le rodearon hacía un poco más difícil que el pobre chaval socializara tan a gustirrinín como los demás.
Una pena, porque si le hubieran dejado a lo mejor se lo hubiera pasado pirata bailando con nosotros al ritmo impuesto por Yelle, siguiendo el rollito de pop optimista de Is Tropical o, sobre todo, en una sesión tremenda en la que Digitalism ya ni se acuerdan de aquello del French Touch (bueno, sí, un poquito, pero como todo el mundo, ¿no?). Fueron seis horas intensas regadas por bebidas servidas por un ejército de buenorros nórdicos que más que camareros parecían actores salidos de una productora de cine gay. Una maravilla.
Pero es que, al fin y al cabo, ese era el nivel del #PullAndBearHouse: miraras donde miraras, había gente guapa. Y la gente menos guapa, como nosotros, tenían los suficientes incentivos (ya sabes: buena comilona y mejores bebidas) para sentirse guapos por un día. Ese es el espíritu Pull & Bear.