Puede que los Emmy 2016 sean unos premios menores… Pero su alfombra roja nos interesa para celebrar lo mejor y chotearnos de lo peor.
Tenemos que reconocer que los premios Emmy nos interesan un mojón pinchado en un palo. En serio. No nos interesan absolutamente nada… Pero, ojito, porque las alfombras rojas sí que nos interesan, aunque sean de unos premios tan poco relevantes como estos. Al fin y al cabo, y aunque sea una ceremonia un poco en territorio de nadie, siempre asegura una buena asistencia de estrellas televisivas dispuestas a brillar y a que les hagan un poquito de caso, a ver si suena la flauta y les dan mejores papeles tanto en televisión como en cine.
Pero vamos a lo que decíamos: que la red carpet de los Emmy 2016 claro que nos interesan. Al fin y al cabo, es una oportunidad única de ver qué tal visten todos nuestros personajes favoritos una vez pierden el consejo de los jefes de vestuario y los estilistas de sus series. Como es habitual en FPMag, sólo hacemos una doble distinción: las mejor y las peor vestidas. Aunque, la verdad, tampoco ha habido nada absolutamente deslumbrante. Partiendo de ahí, permitidnos un poquito de bilis.
LAS MEJOR VESTIDAS. Puede que, en televisión, el naranja sea el nuevo negro… Pero, sobre la alfombra roja, el negro siempre será el rey absoluto. Así lo ha atestiguado el hecho de que, en estos Emmy 2016, algunos de los mejores modelazos apostaran por este color y triunfaran cada uno con sus propios matices y estilos.
Ahí estaba Sophie Turner en su Valentino para demostrar que el negro y las transparencias siempre se van a llevar bien, algo que también confirmaban las piernas de Kirsten Dunst en su Givenchy o la falsa transparencia de Julia Louis-Dreyfus. El imprescindible rollito gótico vino de la mano de Carly Chaikin (de «Mr. Robot«), justo en las antípodas de los aires princesiles de Maura Tierney en su Cristian Siriano. Y, claro, por encima de todas, nuestra nueva ídola: Millie Bobby Brown (la Once de «Stranger Things«), en un precioso Valentino hecho a medida en el que el negro era animado por los coloristas detalles de pájaros.
Seguimos con los colores… El blanco, otro eterno winner en toda alfombra roja que se precie, tuvo grandes embajadoras como Emmy Rossum o una brillante (en serio: brillaba literalmente) Heidi Klum en su Michael Kors. En la división blanco roto estaba Sofia Vergara con un Versace que hacía olvidar los desbarres que suele cometer la latina en las red carpets. El verde volvía a ser brujo, ya fuera en la versión «light» con las gasas de Tina Fey y su Oscar de la Renta o en la versión «heavy» del Prada de Sarah Paulson con un escotazo de vértigo. Por su parte, Tatiana Maslany (Alexander Wang) y Priyanka Chopra (Jason Wu) demostraron que el rojo puede ser vestido con dignidad en el red carpet (ver «las peor vestidas» para entender la extensión de este comentario).
Finalmente están las que triunfan con sus propias reglas… El amarillo también fue otro color maldito de la noche y, sin embargo, Mandy Moore lo petó con un Prabal Gurung con el tono menos dañino de este color. El rollito floreado tuvo dos grandes abanderadas con propuestas muy diferentes: la ceremonial de Kristen Bell (Zuhair Murad) y la informal de Sarah Hyland (Monique Lhuillier). Y, para el final, dos diosas: Emily Ratajkowski enfundada en su matador Zac Posen con lazo de regalo incluido y Claire Danes apostando fuerte por los dorados de Schiaparelli y saliendo triunfadora.
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LAS PEOR VESTIDAS. Seguimos con nuestra Pantonera de los Emmy 2016… Aunque, en esta ocasión, habrá que hablar más bien de la Pantonera del Infierno. Ya hemos dicho que el amarillo fue un gran protagonista de la noche, pero parece ser que gente como Minnie Driver (en un Versace que la convertía en una tabla de planchar) o Taraji P. Henson (que es incapaz de no lucir como una choni incluso en un Vera Wang) no saben que no hay campo sin grillo ni hortera sin amarillo. Algo similar ocurre con el rojo, que es el color de la pasión, pero también es el color de la alfombra roja. Por eso se llama alfombra «roja». De ahí que algunos de los mayores desastres ocurrieran con vestidos horrendos que se mimetizaban con la red carpet, tal y como el de Connie Britton, el de Kate McKinnon o el de Portia Doubleday (de «Mr. Robot«), que también se lleva el premio a la expresión facial más chunguer de esta edición.
El estampado floreado, también presente entre las mejores, adquiere entre las peores un mayor alcance. Hablemos, por favor, de las mujeres con tendencia a ponerse encima cosas que parecen manteles y cortinas de vieja. Ahí está Amy Poehler en su inexplicable traje de verde con brillantes, pero también Constance Zimmer en un Monique Lhuillier en conflicto continuo con su peinado y con su figura. Más todavía: Ellie Kemper (o sea: Kimmie Schmidt) en un Jenny Packham que parecía una alfombra enrollada; Guliana Rancic vistiendo ESO; Jane Krakowsky que no sabe si va o si viene, si quiere un rollo floral o un rollo oriental; o Maisie Williams en un Markus Lupfer que nos hacía odiar más todavía a su personaje (Arya) en «Juego de Tronos«.
Con lo boniqui que iba Claire Danes en su vestido dorado, y tenía que venir Laverne Cox en su Naeem Khann y jodernos el día. Lo mismo se aplica a los plateados de Padma Lakshmi y, sobre todo, a Ariel Winter («Modern Family«) en un Yousef Al-Jasmi que forzaba una ilusión óptica en la que parecía que estábamos mirando a la pobre niña a través de un culo de vaso. Para ir cerrando, es necesario destacar (para mal) barbaridades como Gwendoline Christie (en una horrorosidad que nos obliga a preguntarnos dónde queda su buen rollo con Vivienne Westwood), Kathryn Hahn (Kathryn, cari, di no al terciopelo SIEMPRE) y Michelle Dockery (en un anodino Oscar de la Renta).
Ah, claro, y el gran WHAT THE FUCK? de la noche: Emilia Clarke en un Versace que hacía pensar en un condón humano. Y, sí, sabemos que dijimos lo mismo de Beyoncé en la Met Gala… Pero es que aquello era hacerlo bien. Y esto es un puto acto de terrorismo.
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