¿Para qué vamos a negar que, por encima de todos los estrenos, el que más palote nos pone es el regreso de Bridget Jones (y su hijo)?
Bridget Jones es un personaje (y un fenómeno) similar a Voldemort. Ambos han provocado cosas muy chungas y terroríficas, claro está, pero también cosas muy grandes que merecen ser acreditadas, evidentemente. En el caso de la creación de Helen Fielding, hay que reconocerle haberse convertido en un personaje con proyección mítica en un momento en el que el común de los mortales huye de los mitos. Eso es lo bueno. Lo malo es que el fenómeno en sí es un puto coñazo y que detrás le vino un tsunami de imitadoras que hicieron que el común de los mortales aborreciéramos lo del chick lit.
Sea como sea, aquí estamos. Y Bridget Jones también. Y es que este año 2016 ha sido el elegido para el resurgir del personaje gracias a «Bridget Jones 3«, película que continúa las aventuras y desventuras de esta señora (ya no señorita) y que nos sitúa justo delante de una nueva ola de fiebre bridgetjonsiana. En resumidas cuentas: Bridget tiene 40, deja a Mark Darcy pero no, sigue a medias con Mark Darcy (Colin Firth), conoce a otro pretendiente (Patrick Dempsey), se queda preñada… ¡Y cualquiera de los dos podrías ser el padre! Pero, bueno, ¿qué os voy a contar? El argumento nos la pela. Lo que queremos todos es verle la cara a Renée Zellweger y poder comentar su cirugía extrema con los amiguis.
Aun así, oye, si no compras el fenómeno «Bridget Jones«, siempre tienes otras opciones en cartelera… Como, por ejemplo, «Morgan«. Que, básicamente, nos interesa por el morbo de ver a Ridley Scott produciéndole una peli a su hijo Luke Scott. Para qué vamos a negarlo. Bueno, también interesa porque siempre puede ser una campanada sci-fi a lo «Ex Machina«. Su argumento gira en torno a una nueva forma de vida que puede ser una amenaza para la humanidad… aunque tenga pinta de adolescente. ¿Qué haces? ¿Te matas? ¿O le matas?