Ante «Wildflower» de The Avalanches, es inevitable preguntarse: ¿bluffarro o joya incomprendida? Spoiler: nos decantamos más por lo segundo.
La edición de “Wildflower” (Modular / Astralwerks, XL / EMI / 2016), el soñado, eternamente pospuesto y ‘a punto de no hacerse realidad jamás’ segundo disco de The Avalanches, fue una de las grandes noticias musicales del verano. Antes de que viese la luz -gracias a su enigmático teaser– y durante los días posteriores a su publicación se vivió una explosión de entusiasmo ante el retorno (casi resurrección) del mítico (sino mitológico) grupo australiano. Pero, ¿qué sucedió más adelante, a medida que avanzaba el caluroso estío?
Bueno, pese a las positivas críticas dispensadas al álbum desde los medios especializados y a la vuelta a los escenarios del combo, la euforia se fue apagando a la misma velocidad que se deshace el chorretón de una botella de champán descorchada. Al contrario de lo sucedido hace 16 años con su apoteósico debut, “Since I Left You” (Modular, 2000), cuando la marea sónica procedente de las antípodas comenzó a tomar velocidad y a crecer progresivamente hasta convertirse en una avalancha que noqueó los oídos más inquietos y avezados, esta vez se produjo el proceso inverso: el efímero alborozo dio paso a la normalidad.
Demasiada normalidad para tratarse del resurgimiento de los totémicos The Avalanches. Pero vivimos nuevos tiempos, más voraces y veloces, muy alejados de aquel mundo pre 11-S que daba la bienvenida al siglo 21.
SINCE I LEFT YOU… En aquel momento, a finales del 2000 y cinco minutos antes de que Internet empezase a revolucionar la vida en general y la industria discográfica en particular, el advenimiento de “Since I Left You” se recibió a la vieja usanza, según los modos y costumbres tradicionales de descubrimiento, adquisición y escucha de música, aunque su impacto fue equiparable al de un meteorito golpeando el corazón del océano Atlántico.
Eso sí, su poderoso alcance al principio se limitó a los reductos de los aficionados a la electrónica más arriesgada que salivaban con las maniobras en la oscuridad de demiurgos del cut ‘n’ paste como DJ Shadow -una de las referencias de The Avalanches– para luego expandirse entre las vibraciones del big beat de The Chemical Brothers o Fatboy Slim, el French Touch auspiciado por Daft Punk o los beats transversales de Moby. Poco a poco, “Since I Left You” se rodeó de una mística de objeto definitorio de una era en un proceso similar por el que habían pasado anteriormente, por ejemplo, las obras fundamentales de The Velvet Underground o My Bloody Valentine, cuyas importancia e influencia se revelaron con el paso de los años.
Todos aquellos que habían caído bajo el influjo de “Since I Left You” tenían la necesidad imperiosa de saber, cuando las herramientas virtuales aún no eran tan accesibles y prácticamente infinitas, quiénes se escondían tras The Avalanches, envueltos en un hechizante halo de misterio. Sin que el grupo haya dejado de ser una rareza en el contexto actual, ahora resulta fácil conocer al dedillo sus aventuras (en permanente búsqueda de la perfección) y desventuras (cambios de formación, enfermedades…) en el extenso lapso transcurrido desde su ópera prima y “Wildflower”, el cual ha llegado al mundo según las normas contemporáneas que anticipan y destripan previamente los álbumes hasta eliminar cualquier posibilidad de sorpresa.
Por mucho que The Avalanches hubieran intentado administrar la intriga gota a gota, en cuanto se destapó el LP saltaron por los aires todos sus detalles, incluida su materia prima fundamental: los samples. Las más de 3.000 muestras usadas para moldear sus gemas sonoras hicieron de “Since I Left You” un cofre lleno de tesoros troceados a descubrir en un juego que comenzaba en cuanto se apretaba el botón de play. “Wildflower” sigue esa estela, pero los más curiosos ya disponen en la red de varias opciones para desnudar sus secretos sampledélicos, explicados por los propios Robbie Chater y Tony Di Blasi, los capos de la banda (reforzados por James de la Cruz). En parte, la magia se desvanece.
THE AVALANCHES 2016. Sin embargo, dejando de lado la mayor o menor fascinación del acto de escucha, “Wildflower” continúa exponiendo el sample como componente diferenciador de The Avalanches que se conserva como un truco de prestidigitación en una época en la que la técnica del sampleo, sin haber perdido su poder creativo, ha devenido en un proceso cada vez más costoso económicamente y complicado de ejecutar sin pervertir la esencia original del elemento usurpado para evitar la ilegalidad. A la vez, tampoco ha reducido su capacidad de sorprender al oyente más audaz, aunque puede que ya no resulte tan atractiva en su acepción clásica para la generación millennial. En este sentido, “Wildflower” es un trabajo sampledélico también clásico por su envoltorio añejo, derivado de los métodos de composición y grabación usados y de los estilos de los que bebe: funk, soul, rap, hip hop, pop y psicodelia, cuyo espíritu primigenio se conserva intacto, tal como ocurría en “Since I Left You”.
Por tanto, la nostalgia entra en juego en “Wildflower” como un ingrediente básico, aunque no pretende reproducir tanto el pasado de los géneros musicales que aglutina como los momentos en que los discos se disfrutaban con una emoción especial. Sin ir más lejos, en el que emergió “Since I Left You”. Se establece así un paralelismo entre “Wildflower” y determinados productos audiovisuales contemporáneos profundamente anclados en la nostalgia cuyo alcance verdadero se concentra en aquellos receptores que vivieron en mayor o menor medida la etapa en la que se inspiran. Un modelo paroxista de ello sería “Stranger Things”, perfecta recreación de un pasado (analógico) que muchos de sus espectadores no han vivido ni comprenden en su totalidad porque les parece alejado de su tiempo (digital).
Del mismo modo, “Wildflower” funciona al 100% en aquellos destinatarios que hace tres lustros se empaparon del esplendor de la ópera prima de The Avalanches. De esta manera, el disco es, en esencia, un ejercicio nostálgico de tres niveles: con respecto a “Since I Left You” en estilo y estructura; en relación a la época en que se creó y editó aquel LP; y, en última instancia, en torno a los géneros clásicos sobre los que pivota.
En su calidad de amplio collage sonoro, “Wildflower” se define como una obra tan poliédrica y repleta de recovecos como su predecesor, cuya sombra, como ha quedado claro a lo largo del texto, es (demasiado) alargada. Es más, no sólo se advierten similitudes en el espíritu retro y en la concepción global del disco (una secuencia non-stop perfectamente hilvanada), sino también en los propios cortes, en los que rebotan evidentes ecos del debut de The Avalanches. No en vano, el largo proceso de elaboración de “Wildflower” empezó a tomar forma en cuanto el combo asimiló la vorágine generada por “Since I Left You”.
Pero, pese a que su aspecto externo no es novedoso, excepto el hecho de que la banda ha contado con voces humanas en vivo ofrecidas por una pléyade de artistas invitados y ha añadido al corta / pega instrumentación convencional e incluso orquestaciones, sí resulta interesante la forma en que se dispone, a través de tres tramos que comienzan recordando las dos etiquetas clave de los australianos: el rap / hip hop y el funk primitivos. Desde la intro “The Leaves Were Falling” hasta “If I Was a Folkstar” (con Toro y Moi) se celebra todo un festín de groove, beats y ritmos burbujeantes en el que sobresalen la disco-boogie “Subways” (que bien podría haber entrado en “Since I Left You”…) y la circense “Frankie Sinatra” (con Danny Brown y MF Doom), un alucinado brindis al sonido Nueva Orleans que actúa como válvula festiva de este segmento.
La intervención vocal de Jonathan Donahue (Mercury Rev) en “Colours” abre la segunda fase, en la que la psicodelia toma el mando y “Wildflower” entra en una dimensión multicolor en la que las canciones se derriten hasta crean estampas sonoras triposas, caso de la divertida “The Noisy Eater” (con Biz Markie y Jean-Michel Bernard), la caleidoscópica y dulzona “Harmony” (cuyos samples de cuerda iniciales evocan a los de “Since I Left You”, el single) y la flotante “Livin’ Underwater (Is Something Wild)”, que da paso al último tercio del LP, en el que se combinan los sonidos de los dos anteriores. Una vez que se traspasa “The Wozard Of Iz” (con Danny Brown), los ojos se ciegan con la luminosa melodía soft-pop de “Sunshine”, el paladar se cubre de regaliz ácido durante “Kaleidoscope Lovers” y el pop licuado de “Stepkids” (con Jennifer Herrema y Warren Ellis) y “Saturday Night Inside Out” (con Father John Misty y David Berman) se extiende por todo el cuerpo, del cerebro a los pies.
El innegable shock sensorial causado por “Wildflower” se multiplica con los correspondientes apéndices visuales que The Avalanches siempre han cuidado como refuerzo de sus malabarismos sónicos. Aún permanecen en la memoria los vídeos realizados para los sencillos “Since I Left You” y, sobre todo, “Frontier Psychiatrist”, un hipnótico reflejo de la caótica pero coherente locura en la que vivían instalados los australianos… y en la que viven todavía. De hecho, la base argumental del álbum remite a “un viaje desde un ambiente urbano hiperrealista a un lugar remoto bajo los efectos del LSD”, alegoría que han trasladado al estrambótico clip de “Frankie Sinatra” y a la subterránea coreografía animada de “Subways”.
Aunque el gran corolario visual de “Wildflower” es “The Was”, deslumbrante corto de casi catorce minutos firmado con el colectivo de Sidney Soda_Jerk que aporta nuevos significados a sus canciones y redimensiona el hercúleo trabajo sampledélico del grupo mezclándolo con retazos de la cultura pop (cine, música, series televisivas, dibujos animados…) increíblemente ensamblados.
Unidos todos sus componentes no sólo sonoros, “Wildflower” se muestra como un artefacto multimedia y cinemático que invita a ir un paso más allá a lo largo de su escucha y que sería, en último término, un score de la travesía hacia el particular mundo de Oz que The Avalanches tienen en sus mentes y que comenzaron a compartir con el resto del mundo en “Since I Left You”. Aquel pasado se conecta con el presente de los australianos mediante un álbum que rememora tiempos pretéritos que jamás volverán y, de paso, sitúa a The Avalanches ya en pleno siglo 21 para eliminar brechas generacionales y desvelar a la audiencia más joven la existencia de una banda que revolucionó la música electrónica como llegada de un universo paralelo al que luego volvió para desaparecer como por arte de magia.
¿Existe la posibilidad de que vuelva a suceder algo similar? Según los australianos, tuvieron que descartar muchas composiciones que no encajaban con la temática de “Wildflower”, con lo que es probable que pronto editen nuevo disco sin que tengan que transcurrir otros 16 años de espera. [Más información en la web de The Avalanches. Escucha «Wildflower» en Apple Music y en Spotify]