Natasha Khan se pone intensita en «The Bride», un disco conceptual que, sin embargo, huye de los ladrillos habituales cuando hablamos de discos conceptuales.
THE BRIDE / Bat for Lashes. Ojo, porque el nuevo disco de Bat For Lashes viene intensito ya desde su propio concepto. Y es que, al fin y al cabo, «The Bride» (Warner, 2016) es precisamente eso: un álbum conceptual. Un trabajo pensado por Natasha Khan como la banda sonora para un film inexistente… Algo que ya han hecho mil artistas antes y que harán mil artistas después, pero que pocos han tenido los ovarios de enfocar con tanta intensidad como ella.
A saber: «The Bride» narra la historia de una novia que es plantada en el altar. ¿Y sabes la broma del «no estaba muerto, que estaba de parranda«? Pues en este caso resulta que el novio no estaba de parranda, sino que estaba muerto. Muertísimo. En un accidente de coche. El álbum es narrado desde los ojos (y, sobre todo, el pensamiento) de la novia, por lo que no es de extrañar que describa un impactante tránsito de la dulzura inicial al impacto justo en el centro del álbum para, poco a poco, deslizarse hacia el otro lado en la recta final. Un «otro lado» oscuro y perturbador, cercano a una locura serena pero elocuente, fracturada pero coherente.
Tras facturar dos discazos impecables, «Two Suns» (Astralwerks, 2009) y «The Haunted Man» (Capitol, 2012), parecía claro que Khan iba a tirar por otros derroteros… Y que esos derroteros serían los de la teatralidad conceptual. Así de claro lo dejaban sus últimos directos. Pero mientras otras (¿hola, Róisín?) pierden el norte con astracanadas inanes (¿hola, el baile de máscaras mamarrachas?), lo de Bat For Lashes es una apuesta por un concepto que actúa a modo de corazón de fuego alrededor del que se construye una estructura sólida como el cemento pero volátil como el aire. O las emociones. O un soplo en el corazón.
Más información en la web de Bat For Lashes. Escucha «The Bride» en Apple Music o en Spotify.
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El nuevo disco de Frank Ocean se ha convertido en el evento de la temporada… Y la verdad es que el contenido de «Blonde» justifica todo el revuelo.
BLONDE / Frank Ocean. Frank Ocean cerraba el culebrón musical del verano el 20 de agosto con un auténtico broche de oro al publicar, tras varias fechas intuidas o filtradas, propuestas y pospuestas, “Blonde” (Boys Don’t Cry, 2016), la continuación, cuatro años después, del sobresaliente “Channel Orange” (Def Jam, 2012).
Menos exuberante a primera vista que su anterior obra pero más ambicioso si cabe (con colaboraciones del calibre de Beyoncé en “Pink + White”, Kendrick Lamar en “Skyline To” o James Blake en “White Ferrari”, entre otras) e igual de inspirado, “Blonde” despliega sus temas dando una nueva dimensión a esta especie de hip hop de alcoba que define el disco, confesional y ocasionalmente amargo pero de una madurez lírica que sigue en franca progresión. Y es que “Blonde” bien pudiera ser a Frank Ocean lo que “My Beautiful Dark Twisted Fantasy” fue a Kanye West, álbum con el que comparte esa sensación de grandiosidad que se transmite al oyente, si bien desprovisto de aquel barroquismo sonoro y llenando ese hueco de una intimidad autoconsciente y maravillosa.
Musicalmente, Ocean y la pléyade de productores que ha reunido para confeccionar los temas de “Blonde” optan de forma llamativa por vaciar de beats varios segmentos del disco (“Skyline To”, “Seigfried” o las preciosas “White Ferrari” y “Ivy”, por citar sólo algunos ejemplos) o de ralentizarlos y sincoparlos (“Pink + White”) para crear un ambiente de clasicismo ya vislumbrado en la obra previa del artista de Louisiana, pero aquí claramente enfatizado, con una evidente dramatización del cuerpo de las canciones del álbum. Sí, es puritito r&B, pero con la r de rhythm en minúscula y la B de blues en mayúscula, negrita y cursiva. En esencia, el disco más importante de 2016 es también uno de los mejores.
Más información en la web de Frank Ocean. Escucha «Blonde» en Apple Music.
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Lo de Ian William Craig en «Centres» sólo puede describirse como puro alimento para el cerebro… Ahora bien, no para todos los cerebros.
CENTRES / Ian William Craig. Ian William Craig no tarda ni un minuto en poner todas las cartas sobre la mesa en su nuevo disco «Centres» (130701, 2016): contra todo pronóstico, aparece al principio de “Contain» una voz con tanto autotune encima que recuerda más a una canción bielorrusa para Eurovision que al típico tema de ambient. En este momento entiendes que lo que sigue no va a ser una escucha cualquiera.
Por supuesto, la manipulación sonora mediante cinta magnética te transporta a los majestuosos experimentos de William Basinski, y los drones de Tim Hecker reviven en sus melodías distorsionadas y retorcidas, pero luego está la búsqueda de una sensibilidad pop que le sitúa entre una Julianna Barwick ahogada en ruido y un ANOHNI flotando sobre altas ruinas que se disuelven en blanco y negro. Y hasta aquí las comparaciones.
“Centres”, publicado por 130701 (casa de Max Richter, Johann Johannsson, Hauschka…), la resucitada filial de Fat Cat Records, es lo más parecido a una aventura sonora que vivirás este verano. El disco acaba con una versión diametralmente opuesta del primer corte “Contain”, cantado a pelo sobre los acordes de una guitarra acústica. Cuando llega este momento, todo lo que habrá pasado por el medio te habrá parecido un sueño. Una experiencia que yo llamaría total: alimenta el cerebro, porque sus elaboradas capas de sonido están esculpidas con ingenio e invención; remueve las vísceras, porque es subir el volumen y sentir tu cuerpo rellenado de nuevas formas de onda; y masajea el corazón porque, en ocasiones, la música de este artista multidisciplinar canadiense con cara de nerd informático, llega a tales cotas de belleza que te dejará al borde de la lagrimita.
Más información en el Bandcamp de Ian William Craig. Escucha «Centres» en Apple Music y en Spotify.
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«Summer 08» encarrila la carrera de Metronomy y demuestra lo que todos sabíamos: que su anterior «Love Letters» fue un patinazo muy tremendo.
SUMMER 08 / Metronomy. Metronomy pasaron en sólo dos álbumes del cielo con el vibrante “The English Riviera” (Because, 2011) al infierno empujados por “Love Letters” (Elektra / New Elektra, 2014), un disco terrible que emborronaba (aunque no eliminaba) los aciertos anteriores que los británicos habían conseguido en forma de canciones lustrosas. Dos de ellas, “The Look” y “The Bay”, todavía conservan intacta su lozanía; no así el posterior y supuesto single de campanillas “Love Letters”, una especie de parodia de su propio sonido y del groove funk que pretendían potenciar dentro de su paleta estilística. Así que, tras ese fiasco, a Joseph Mount no le quedaba otra que replantear los términos de su proyecto. Y sólo lo nombramos a él porque Metronomy vuelve a ser su marca personal, ya que se encargó de todo el proceso de grabación de “Summer 08” (Because, 2016), algo que no realizaba desde su lejano debut en largo, “Pip Paine (Pay The £5000 You Owe)” (Holiphonic, 2006).
Casualidad o no, la verdad es que la jugada en solitario le ha salido redonda. Sin necesidad de repetir al dedillo la plantilla yatch-pop que dio forma al contenido de “The English Riviera”, Mount sí que rescata su esencia melódica y frescura rítmica. Así, tira de disco-pop con ramalazo funk en la pegadiza “Old Skool” y de pop electrónico elegante en “Night Owl”, estandartes del álbum que constatan su recuperada habilidad para facturar estribillos infalibles. Y, ya puesto a reverdecer laureles compositivos, Mount se despacha a gusto sumergiéndose en el ochenterismo bien entendido a través del R&B poperizado à la Prince de “Miami Logic” y la caja de ritmos añeja que sustenta “16 Beat”. Completa la columna vertebral del LP “Hang Me Out To Dry”, ejercicio synthpop hecho a medida para que se luzca Robyn, invitada de excepción, y para ratificar que Mount ha seguido la dirección correcta.
Al final de nuestra reseña sobre “Love Letters” pedíamos, deseábamos, ¡exigíamos! la resurrección de Metronomy. Pues aquí está, se ha hecho realidad por obra y gracia de “Summer 08”.
Más información en la web de Metronomy. Escucha «Summer 08» en Apple Music y en Spotify.
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Si crees que «Boy King» va a sonar como el resto de discos de Wild Bests, te equivocas: aquí hay menos art-pop de maneras afectadas y más pose de macho alfa.
BOY KING / Wild Beasts. El género (el transgénero, el intergénero, el agénero… el fin de los géneros) está llamado a ser el gran debate de, por lo menos, la primera mitad de este siglo 21. Quién sabe si de todo el siglo al completo. Y, como corolario, otro debate sobre la masculinidad lleva a juicio la identidad del macho de la nueva era. Lo femenino avanza posiciones, las zonas intermedias se hacen con todo el pastel y ¿qué le queda a lo masculino? Recular. Fracturarse. Recomponerse. Un proceso totalmente esquizofrénico en el que parece que está inmerso el quinto disco de Wild Beasts.
Los cuatro álbumes anteriores de la banda de Hayden Thorpe se consagraron a la posibilidad de un hombre delicado pero no afeminado, con pliegues inéditos ocultos en canciones aficionadas a la teatrealidad y al art-pop, al histrionismo vocal y a las canciones planificadas como obras dramáticas. Por eso mismo sorprende que, en «Boy King» (Domino, 2016), aquella delicadez se solidifique en torno a un concepto más tradicional del «macho». Dice Thorpe que era la única salida que le quedaba después de una ruptura dolorosa. Y digo yo que ha sido una salida más que interesante y seductora para los que escuchan.
En «Boy King» sigue habiendo más art que pop, pero esta vez ese art ahora asimilia y fagocita las maneras del pop rock de toda la vida. Wild Beasts hacen bien lo que Twin Shadow lleva dos discos haciendo mal. Y lo hacen a base de canciones que suenan a himno repletos de guitarras enrocadas y sintetizadores musculosos. Algo así como una expansión de los preceptos presentados en «Wanderlust«, el hit indudable de su anterior «Present Tense» (Domino, 2014) que resuena en nuevo temazos como «Get My Bang«, «Ponytail«, «Alpha Female» o la colosal «He The Colossus«. Puede que sea un alto en el camino de Wild Beasts. Pero es un alto en el camino fascinante.
Más información en la web de Wild Beasts. Escucha «Boy King» en Apple Music o en Spotify.
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