Kathleen Raine intenta explicar en este compendio de artículo cuál es la «Utilidad de la Belleza» en el mundo vacío de poesía que nos ha tocado vivir.
“A este mundo interior se han retirado las figuras de los dioses y sus mitos, llevándose consigo los cultos antiguos, para renovar allí su inmortalidad mediante una nueva inmersión en la fuente”. Se sabe que la continuidad en sí misma no es un criterio de valor, y el hecho de que algo haya perdurado durante siglos puede deberse no a su valor perenne, sino a la impotencia espiritual del ser humano. La crítica y poeta Kathleen Raine (Londres, 1908 – 2003) no aporta solución alguna en sus escritos y puede que no exista solución. La difícil situación del artista en una sociedad cuyas formas están destinadas a sellar las fuentes de la imaginación para siempre es de una relevancia que ninguno de nosotros puede darse el lujo de ignorar.
«Utilidad de la Belleza» (editada en nuestro país de la mano de Vaso Roto) de Kathleen Raine, supone un nuevo intento de la pensadora británica de domeñar la teoría literaria, ese monstruo ingobernable. Devota de la filosofía, la autora consigue en esta breve colección de ensayos supervisar el código de vestimenta de la imaginación humana como si de una modista del espíritu se tratase. En compañía de unos cuantos inmortales (Dante, Milton, Shelley, Proust, Yeats y, por supuesto, su querido William Blake), Raine logra seguir el ritmo de las apariencias estilísticas e imponerlas al lector.
Una cosa es utilizar el lenguaje tradicional del mito y el símbolo cuando estos aún están relacionados con el entorno real del ser humano y otra cosa es hacerlo cuando esta conexión está rota…
El nexo de unión de los diferentes artículos es la propia comprensión de su autora de la poesía y su función. Sostiene Raine que todo arte verdadero se preocupa por la naturaleza del alma y lo que está más allá de ella, es decir, la muerte y la resurrección; estos temas descansan sobre una correspondencia entre lo sobrenatural innato y el mundo natural y consagrado en las grandes tradiciones religiosas: “Si hoy resulta difícil usar el simbolismo cristiano, ¿no será que precisamente por haber entrado a participar en la historia, en lo temporal, los símbolos canónicos han perdido su utilidad?”.
Acierta Raine, en mi opinión, al afirmar que el problema central para un artista de nuestro tiempo es el problema de la comunicación. Porque una cosa es utilizar el lenguaje tradicional del mito y el símbolo cuando estos aún están relacionados con el entorno real del ser humano y otra cosa es hacerlo cuando esta conexión está rota, cuando, como sostiene la autora británica, la “realidad del mito” y la “realidad de los hechos” no tienen ningún punto de encuentro común en el mundo “objetivo”.
Los anteriores son algunos de los múltiples logros representativos de un volumen de límites autoimpuestos, donde Raine es capaz de escribir de forma evocadora y cercana (algo que Natalia Carbajosa traslada al castellano a la perfección). Una suntuosidad de expresión romántica informa cuanto escribe: “La forma lírica es en sí misma la encarnación suprema del orden arquetípico, que está más cerca de la música y el número”. En la prosa de «Utilidad de la Belleza» se funden el tiempo y lo atemporal, el movimiento y lo inmóvil: “(…) es la belleza misma conformando palabras de por sí comunes”. Y siempre el anhelo nostálgico por lo que se ha perdido: “(…) no está al alcance del poeta que escribe desde su conciencia mundana, sino sólo en esa locura divina en la que la “otra” mente de apodera de él”. [Más información en la web de Vaso Roto] [José de María Romero Barea]