La confusión de género está en el centro de la trama de «La Favorita», el sorprendente cómic de Matthias Lehmann editado por La Cúpula.
Podría empezar esta reseña (y, de hecho, voy a empezarla) hablando de este interesante momento que estamos viviendo en el que por fin empezamos a salirnos de la comodidad del binomio tradicional «hombre» / «mujer». Porque ¿qué es un hombre? ¿Qué es una mujer? ¿Nos definimos por nuestra preferencia sexual o a través más bien de nuestra identidad de género? Son todas ellas cuestiones que están ahora mismo sobre la mesa y que podrían servir perfectamente para atraer la atención sobre «La Favorita» de Matthias Lehmann… Y aunque podría abrir la reseña (y la he abierto) así, tengo que reconocer que he jugado sucio.
Porque «La Favorita» se erige a partir de un caso de confusión de sexo, eso es cierto, pero su intención está en las antípodas del presente debate. Al fin y al cabo, nos encontramos ante un caso de confusión de género «forzada» y, por lo tanto, vaciado de su posible capacidad para generar debate. Lo que ciertos grupos sociales están reivindicando es la necesidad de que cada uno pueda elegir libremente su identidad de género sin ningún tipo de influencia o presión externa… Y ese no es precisamente el caso del cómic que nos ocupa (editado en nuestro país, por cierto, de la mano de la editorial La Cúpula).
«La Favorita» está protagonizada por (y esto no es un spoiler, porque es algo que se revela muy al inicio del cómic de Matthias Lehmann) un niño que es forzado por sus abuelos a vestir como una niña para llenar el hueco de una hija muerta de forma prematura. Y si el hecho de ser inducido a un comportamiento que va contra la propia naturaleza del protagonista no fuera suficiente, hay que sumar en este caso una obligada reclusión en la que los abuelos cortan por completo el contacto de su nieto con el mundo exterior, que sería el único que podría normalizar su situación.
Lo inquietante está ahí, pero nunca toma las riendas de la función y deja suficiente espacio para que el lector disfrute la historia por lo que es, no por sus pretensiones de discursos elevados.
Aquí aparece de nuevo la tentación: ¿de verdad que todo lo dicho no puede ser extrapolado a una capa de sentido intelectualizada en la que brote con fuerza el debate actual sobre la identidad de género? Aunque al final en el mundo siempre habrá gente que se haga sus pajas mentales y que llegue a las conclusiones que quiera llegar, Lehmann deja suficientemente claro en «La Favorita» que sus intenciones son otras, que la identidad de género forzada en el protagonista es tan sólo una fascinante punto de partida que actúe de vigas sobre las que construir una ficción pura y dura que tiene un toque de cuento gótico pero que, sobre todo, tiene mucho de esa afición de la literatura tradicional por los casos truculentos que no pretenden hacer poesía ni prosa de nada, sino simple y llanamente sorprender al lector con lo impactante de su naturaleza.
Ese impacto, hay que reconocerlo, lo propina con creces «La Favorita«: la historia es apasionante por lo que tiene huida de intensidades dramáticas innecesarias a lo Hitchcock (que podría haber sido un camino seguido por Lehmann) o a lo Franju (que podría haber sido otra vía posible). Lo inquietante está ahí, pero nunca toma las riendas de la función y deja suficiente espacio para que el lector disfrute la historia por lo que es, no por sus pretensiones de discursos elevados, disfrutando de unos personajes poderosamente magnéticos como el del abuelo con un secreto tristísimo, el de la abuela desquiciada o los nuevos vecinos portugueses que actuarán de gatillo que impulse la acción hacia su inevitable desenlace.
Un desenlace que, además, sorprende por lo que tiene de reivindicación de la capacidad de los niños para bloquear las vivencias dolorosas. «Durante mucho tiempo me había sentido como un niño encerrado en el cuerpo de una niña; en adelante sería un poco niña en un cuerpo de niño», piensa el protagonista justo antes de llegar al punto y final de «La Favorita«, dejando así la puerta abierta a otro cómic posible e igual de interesante: otro cómic que abordaría el futuro de este personaje y en el que, probablemente, sí que cupieran todos los debates presentes sobre la identidad de género. Pero, por ahora, disfrutemos del cómic que tenemos entre manos, que tiene la suficiente enjundia como para dejarte con el cuerpo y la mente un poco traspuestos. [Más información en la web de La Cúpula]