«Pet Sounds» de los Beach Boys cumple 50 añazos… Y le preguntamos a siete artistazos españoles cómo este disco les tocó de por vida.
“Pet Sounds” (Capitol, 1966), undécimo álbum de The Beach Boys en sólo cuatro años de trayectoria discográfica, ha alcanzado su 50 aniversario. El 16 de mayo de 1966 se publicaba oficialmente una de las piedras filosofales de la música popular y uno de los modelos paradigmáticos para el posterior desarrollo de la historia del pop como concepto sonoro, estilístico y cultural salido de la cabeza de un genio, Brian Wilson, que había decidido encerrarse entre cuatro paredes para centrarse en la composición y grabación tras sufrir un ataque de pánico en pleno vuelo.
Sí, “Pet Sounds” fue el producto final de un desorden mental que alejó a Wilson del resto del grupo mientras este continuaba actuando en directo. Una oportunidad que el fluctuante líder de los californianos aprovechó para, sin proponérselo conscientemente, redefinir el, en aquel momento, encorsetado significado de productor (en la línea de su inspirador, Phil Spector); y, de paso, dinamitar las rígidas reglas de las discográficas y los estudios de grabación de la época, que dejaron de ser caracolas estancas en las que se encarcelaba a los músicos, autores y vocalistas.
Así se fue perfilando el punto de inflexión que supuso “Pet Sounds” en la carrera de The Beach Boys, que habían dejado de ser los alegres chicos surferos dirigidos por un Brian Wilson que, con sólo 23 años, veía cómo abandonaba la inocente etapa anterior y encaraba su fase de madurez. A la vez, el pop se disponía a vivir un impulso hacia el infinito al culminar una especie de retroalimentación -que no competición- establecida entre The Beach Boys y The Beatles: si “Rubber Soul” (Parlophone, 1965) extra-motivó a Wilson para crear “Pet Sounds”, este ‘obligó’ a los Fab Four a sacarse de la manga “Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band” (Parlophone, 1967).
De alguna manera, pese a sus colosales dimensiones, resultaba lógico que los cuatro de Liverpool hubiesen consumado ‘a la fuerza’ su obra maestra: Brian Wilson se había entregado en cuerpo y alma en la confección de “Pet Sounds”, volcando toda su obsesiva perfección en busca del arreglo ideal, de la materialización más fiel posible de las melodías que pululaban por su cabeza y de la orquestación milimétrica. Todo debía ejecutarse según sus cálculos y cada elemento tenía que estar situado en el lugar que le correspondía, sin excusas. No importaba las veces que hubiera que repetir cada toma durante las sesiones de grabación.
Este hercúleo trabajo llevado al límite perseguía, precisamente, trascender los límites. Hecho que se ha comprobado con el paso de las décadas hasta observar “Pet Sounds” como la cúspide del pop más ambicioso que rechaza estándares y estructuras previsibles. De ahí que, en un primer contacto, no sea un disco accesible para oídos advenedizos. Pero, una vez deshojado, se despliegan los mil y un detalles que dan forma a unas composiciones que se quedan grabadas a fuego en la memoria y en el corazón. En este caso, el tópico se cumple a rajatabla: con cada nueva escucha, pase el tiempo que pase, se descubre un nuevo hallazgo. Por eso “Pet Sounds” es el disco que todo el mundo debería probar, al menos, una vez en la vida para darse cuenta de su incalculable valor y apreciar su insondable influencia 50 años después.
Una impresión que han sentido en sus carnes mucho antes de celebrar esta efemérides, cual revelación mística, siete músicos y grupos de la escena alternativa nacional que describen a continuación el poso que ha dejado en su interior (personal y artístico) el totémico “Pet Sounds”.
[divider]ARIES[/divider]
Después de que se acabara la historia de su última aventura grupal, Charades, Isa Fernández Reviriego pudo volcar toda su pasión por The Beach Boys en solitario bajo su alias zodiacal, Aries, en sus tres discos publicados hasta la fecha y en las palabras de su autobiografía “Un Rayo Ultravioleta” (Ediciones Chelsea, 2015), donde plasmaba su devoción por el legado de Brian Wilson. Su último álbum, “Adieu Or Die” (La Castanya / K Records, 2016), tomó forma fuertemente inspirado en “Surf’s Up”, canción que no pertenece a “Pet Sounds” pero que ayuda a hacerse una idea del influjo de los californianos en el imaginario musical de Isa. Por supuesto, la obra maestra de los chicos de la playa ha sido y sigue siendo parte fundamental de su día a día.
“Los Beach Boys llegaron a mi vida siendo yo una niña, pero no fue hasta la adolescencia tardía cuando descubrí “Pet Sounds”. De pequeñas, mi hermana y yo hacíamos coreografías al ritmo de un ‘grandes éxitos’ que repasaba la época surf de Beach Boys e incluía “Good Vibrations”, nuestra canción favorita. Pero el universo que “Pet Sounds” desplegó ante nosotras nos transformó para siempre. Nos reveló la música más hermosa y vibrante que podíamos imaginar y nos hizo compañía en la soledad de nuestras habitaciones durante años.
A todos los chicos que quise les escribí la letra de «Wouldn’t It Be Nice» en una carta. En la puerta de mi habitación escribí la letra de «I Just Wasn’t Made For These Times», sintiéndome menos sola y comprendida. Dejaba que las lágrimas corriesen por mi cara escuchando «God Only Knows». Bailaba enloquecida con «I’m Waiting For The Day» y empecé a sentir atracción irrefrenable hacia detalles como las bocinas de «You Still Believe In Me» o el tren de «Caroline, No». Escuché el álbum compulsivamente, me lo aprendí de memoria, me regalaron la caja y me aprendí las sesiones. Me compré los libros, pirateé los documentales y compré todos los MOJO especiales. Amé a Brian Wilson con todo mi corazón.
Con el tiempo, el álbum fue creciendo y creciendo y, cuanto más aprendía de música, más atónita me dejaba -y me deja- “Pet Sounds”. Las extraordinarias progresiones de acordes, el trabajo de voces, la rítmica espiritual; música que flota, belleza suspendida, los cambios, imaginación desbordante, inocencia y sensibilidad sin parangón. Hoy es el día en que rezo para que Brian Wilson siga vivo y esté bien. Pareceré una loca, lo sé, pero no puedo describir la gratitud que siento hacia él. Su música me ha hecho feliz, me ha abierto la mente y el corazón, me acompaña, me reconcilia y me conecta con la humanidad y el universo entero”.
[divider]MARONDA[/divider]
Es probable que las melodías rebosantes de electricidad y la coraza rítmica de las canciones de Maronda remitan a referencias propias del power pop, el pop guitarrero y el pop de los 60 cultivado en nuestro país más que a The Beach Boys estrictamente. Pero, sin necesidad de rascar demasiado la superficie de buena parte de esas composiciones, hallaremos su californiana luminosidad (“La Piedra Negra” es una muestra ideal, aunque hay alguna más…). Pablo Maronda confirma tal teoría al demostrar su sapiencia y adoración por “Pet Sounds”: “Es que me preguntáis por una pasión absoluta”.
“Recuerdo que oí hablar de “Pet Sounds” a raíz de verlo como cabeza del top de los mejores discos de la historia del pop en un especial de la revista MOJO que compré en Inglaterra en el 95. Por aquel entonces yo tenía 17 años y sólo conocía a The Beatles y poco más -estaba empezando a escuchar a The Byrds-, y me obsesioné con los discos de la lista: el “Forever Changes” de Love, el “Talking Book” de Stevie Wonder, etc. Y, cómo no, con el “Pet Sounds”.
La primera canción que escuché del disco fue “Here Today”, que sonaba en un documental sobre el making of del “Sgt. Pepper’s”, citada como influencia, y me pareció alucinante esa intro. Poco después lo compré en CD y lo escuché cientos de veces. Mis favoritas son “Wouldn´t It Be Nice», por motivos obvios, es acojonante; “Don´t Talk (Put Your Head On My Shoulder)”, con esa atmósfera de carrusel psicodélico, como de baile de graduación y de feria al mismo tiempo; la citada “Here Today”, pórtico de entrada a los Beach Boys; y “I Know There´s An Answer”. Es un pasote. Medicina para el alma, herramienta didáctica para educar a los críos… Es un hito del pop. Si no te gusta (al principio cuesta) es que no lo has oído lo suficiente; o que debes volver a él en otro momento de tu vida.
A mí, tanto “Pet Sounds” como el “Revolver” de The Beatles, el “Odessey And Oracle” de The Zombies, el “Excerpt From A Teenage Opera” de Keith West o el “In The Search Of The Lost Chord” de los Moody Blues me parecen tratados de cómo desarrollar melodías lírica e instrumentalmente. No sé hasta qué punto me ha influido “Pet Sounds” en concreto, pero reconozco influencias explícitas de la banda, como en los parones de «Los Últimos Días de Arcadia», donde hay unos coros muy parecidos a los de su maravillosa «At My Window» del “Sunflower”, por poner un ejemplo.
Si coges la caja de las sesiones completas y oyes el CD de las voces aisladas, flipas en colores. Es un grupo estructurado en torno a las voces básicamente, que además no descuida un ápice de la instrumentación. Eso sólo puede ocurrir en Estados Unidos, el país del bricolaje pajero. Llegan a hacer cosas parecidas a la música barroca europea a base de trastorno obsesivo compulsivo. Brian Wilson, más que un genio, es una sensibilidad elevada que no descuida un sólo detalle, que trabaja la canción hasta el último centímetro sonoro. Llegó a Bach por exhaustividad más que por tener una formación musical compleja.
También hay otra canción que se cita como antesala de “Pet Sounds”: “In The Back Of My Mind”, que está en un álbum anterior pero captura la esencia desarrollada por Brian en el disco. No olvidemos que fue un disco unipersonal, con todos los Beach Boys de vacaciones, echando mano de músicos de estudio”.
[divider]EL PALACIO DE LINARES[/divider]
Como en el caso de Maronda, quizá la música de El Palacio de Linares no se relacione automáticamente con The Beach Boys, sino con otros militantes de la independencia musical norteamericana, británica y de las antípodas. Pero, teniendo en cuenta el modo en que Gonzalo Marcos maneja los códigos del amor en sus composiciones, se aprecia que Brian Wilson y “Pet Sounds” han sobrevolado su cabeza al frente de su grupo.
«En 1998 yo tenía 13/14 años y mis padres me llevaban de vacaciones a una casa que alquilaban en la costa asturiana. Ese año, aún no sé cómo, les convencí de que era absolutamente necesario para nuestra supervivencia que nos llevásemos un módem con nosotros. Y, así, con la excusa de prepararme los exámenes venideros, me quedaba en la casa navegando durante horas, a ritmo de tortuga, por el laberinto de Allmusic. Ese portal, al igual que Allmovie, cambió mi vida.
Tirando del hilo de las etiquetas ‘psychedelic pop’ y ‘neo-psychedelia’, iba apuntando en un cuaderno todos los discos con cuatro estrellas o más (sobre cinco) que allí aparecían y que, al volver a Madrid, descargaba corriendo desde el, bendito sea, Audiogalaxy: “Odessey And Oracle”, “Present Tense”, “Odgens’ Nut Gone Flake”, “Forever Changes”, “The Madcal Laughs”… Y discos de grupos más recónditos como Strawberry Alarm Clock, John’s Children o Kaleidoscope. Y de grupos más modernos como Olivia Tremor Control, Boo Radleys, Mercury Rev o Gorky’s Zygotic Mynci. Y, por encima de todo y de todos, el “Pet Sounds”, claro. Un disco con un aura diferente, mágico y poderoso que cambiaría mi percepción de la música para siempre.
P.D.: Aún guardo rencor a la señora loca que me atacó por la calle y rompió mi camiseta verde del “Pet Sounds”.»
[/nextpage][nextpage title=»PARTE 2″ ] [divider]THE ZEPHYR BONES[/divider]A juzgar por el sonido de The Zephyr Bones, se podría pensar que la etapa surfera de The Beach Boys es la que más ha impactado en su aspecto refrescante, jovial y playero. Sin embargo, “Pet Sounds” también ha calado en su estilo y en la manera de construir sus canciones, no sólo en los albores de su trayectoria, sino también hoy en día durante la gestación de su futuro primer álbum.
“Justamente “Pet Sounds” es el disco que más escuchamos últimamente cuando vamos por la carretera a los conciertos. Nos impacta tanto como grupo como a nivel personal, y es el álbum donde más coincidimos en gustos.
Siempre nos ha gustado experimentar mucho a la hora de componer o producir las canciones, pasándonos horas, días, semanas o meses cuando el objetivo es hacer un trabajo como un EP o un LP. Ahora estamos trabajando en el primer largo y el proceso está siendo muy “Pet Sounds”, ya que es Brian [curiosa coincidencia…] quien ha tomado el control de las grabaciones. Desde enero de este 2016 no ha dejado de ir al estudio cada madrugada a trabajar en el proyecto, el cual ya está muy bien encaminado. ¡Sólo falta que ahora los Zephyr le demos nuestras pinceladas!
Nos gusta creer que nuestra música va relacionada con la historia de los Beach Boys o Brian Wilson: son un gran ejemplo a seguir, respiraban música, pensaban en música, vivieron la música y esto es lo que queremos hacer para el resto de nuestras vidas”.
[divider]BAYWAVES[/divider]
Baywaves, como su nombre denota, también se inclinan por el pop soleado, muy apropiado para disfrutar sobre la arena de la playa o recorriendo la costa mientras la brisa marítima acaricia el rostro, y con dulces trazas psicodélicas que recuerdan al modo en que Brian Wilson regurgitaba sus experiencias con ciertas sustancias lisérgicas. Su uso de las voces también parece invocar los espíritus de los Beach Boys de juventud… Fran Bassi explica su verdadera vinculación con los californianos y “Pet Sounds”.
«No estoy segurísimo de cómo llegué a “Pet Sounds”, pero juraría que tiene algo que ver con toda ese love affair entre Brian Wilson y el “Rubber Soul” de los Beatles. Algo leí sobre que el disco de los de Liverpool le abrió la cabeza al Beach Boy y le empujó a hacer “Pet Sounds”, que a su vez hizo que McCartney ‘respondiera’ con el “Sgt. Pepper’s”. Creo que la primera canción que oí fue “God Only Knows” y lo que más me impactó fue la yuxtaposición de la canción pop con esa instrumental intermedia rollo orquesta de los Supersónicos. Siendo hijo de la escuela brit de orquestación rock tradicional a la cual se le añaden por encima capas de producción sixties, esos cambios de dinámica tan heavy entre partes como hay también en “Hang On To Your Ego” me parecían rarísimos.
No diría que haya sido una influencia directa en Baywaves como sí creo ha sido en otras bandas jóvenes españolas como Alien Tango, pero sí aseguro que esa especie de ‘cadáver exquisito’ de pop barroco -que después encontraría en Animal Collective– es una referencia bastante liberadora en el momento de poder decir: hey, esta canción tiene dos moods completamente diferentes en estas dos partes, intentemos orquestar cada una como necesita y vemos si nos queda tan bien como al Wilson‘”.
[divider]RAMÍREZ EXPOSURE[/divider]
Pese a su juventud, Víctor Ramírez puede presumir de una carrera musical fructífera que, cuando derivó en proyecto personal (primero llamado simplemente Ramírez; ahora Ramírez Exposure), miró cara a cara y sin temor a sus clásicas influencias para tejer un cancionero de aura atemporal. Entre ellas se encontraban The Beach Boys y sus magistrales lecciones pop en general y la perfección compositiva de “Pet Sounds” en particular.
“Lo que más disfruto cuando escucho «Pet Sounds» es el hecho de ser totalmente consciente de que estas canciones se hicieron para ser escuchadas por toda clase de personas. Eso es realmente digno. Da igual cómo seas. Te van a encantar y te vas a sentir identificado con ellas. Es algo universal. Brian Wilson dijo en su momento que había creado «Pet Sounds» para que cualquier oyente se sintiese querido al instante. A cualquier enamorado de la música que le preguntes cómo se sentía cuando escuchaba estas canciones las primeras veces, seguro que lo va a recordar muy bien. En mi caso, recuerdo prestarles toda mi atención tapado en mi cama y con la persiana bajada. Repetía este proceso todas las tardes, al salir de clase.
Recuerdo también que, cada vez que lo escuchaba, iba descubriendo nuevos detalles que se me habían escapado en anteriores escuchas. Era algo que parecía no tener fin. También había otras tardes en que me ponía algo obsesivo y sólo podía fijarme en ciertos detalles o momentos cumbres del disco. Por ejemplo, recuerdo escuchar la versión de «Sloop John B» y no dejar de reproducir de forma constante la parte que va del minuto 1:51 al 2:05. Gracias a cosas así, lograba mantener el cerebro feliz toda la tarde.
«Pet Sounds» es un disco perfecto. Es más perfecto si cabe cuando lo descubres en la adolescencia, cuando todavía se es capaz de no clasificar ni examinar demasiado las cosas. Por aquel entonces di de golpe con algo que me estimulaba mucho el cerebro y puede que eso haya influido bastante en mi forma de entender y hacer música. Antes de escuchar «Pet Sounds» tenía una concepción de los discos completamente distinta a la que tengo ahora. También me hizo querer con mucha fuerza que mi voz sonase agradable y cálida en mis canciones y me sigo esforzando mucho por lograr que eso sea así.
Cuando escucho “Wouldn’t It Be Nice” y llega la parte en la que dice «maybe if we think and wish and hope and pray it might come true…» siempre pienso en el tipo de persona que era con 16 años. Pensaba en las cosas que más quería y las deseaba con todas mis fuerzas. Creo que todos hemos sido así a esa edad”.
[divider]LA FAMILIA DEL ÁRBOL[/divider]
La guinda del pastel de este homenaje a “Pet Sounds”, como “Caroline, No” en su edición original, que se editó como single de presentación -bajo el nombre de Brian Wilson, no de The Beach Boys– aunque apareció situada al final de la segunda cara del disco como brillante cierre, la colocan La Familia del Árbol, que siempre han tenido en cuenta las enseñanzas y la esencia de “Pet Sounds” a la hora de componer su propia música. Nacho Casado expresa de manera cristalina cómo un álbum de tal categoría puede (y debe) estar presente a lo largo de toda una vida…
“‘Sólo Dios sabe’, mi experiencia con “Pet Sounds”:
Fue por los años 90… Descubrí un nuevo mundo personal y musical. No recuerdo cómo llegó a mis manos “Pet Sounds”. Los Beach Boys me gustaban desde adolescente, aunque sólo conocía su lado surfero; me parecían muy guays, muy americanos, y estaba esa canción… «Good Vibrations», que tenía en un recopilatorio de la época y que escuchaba todo el tiempo.
Lo primero que me pareció raro fue esa portada, unos tíos que para mí parecían mayores, dando de comer a unas cabras. La verdad, siempre me ha parecido curiosa y atractiva, con ese tipo de letra tan redonda y con la combinación de verde y amarillo. En esa época vivía aún con mis padres y me encerraba en mi cuarto, donde pasaba tocando la guitarra la mayoría del tiempo, tumbado en la cama con los cascos escuchando el disco. La primera impresión era que no parecían los Beach Boys: esto era más serio, más clásico y parecía tener algo religioso y melancólico.
Estuve un rato intentando asimilar la experiencia. En aquella época hacía poco tiempo que había salido el «OK Computer» de Radiohead y, no sé por qué, me producían algunas sensaciones en común. Desde aquel día no dejé de escucharlo y tenerlo a mano por si… Porque había pocos discos que me produjeran la misma sensación.
Era único, estaba flipado. Salvo los discos de los Beatles psicodélicos, no había escuchado nunca nada igual. Estaba fascinado por ese mundo que se abría con las primeras notas de «Wouldn’t It Be Nice» y ese golpe de percusión. Podría hablar de cada canción, pero creo que ya se ha escrito mucho y muy bueno sobre lo que significa cada pequeña obra de arte.
“Pet Sounds» elevó la música popular a obra de arte, por todo lo musical y conceptual. La gente que me conoce y que conoce los discos que he hecho con La Familia del Árbol sabe que hay muchos guiños a ese lado espiritual, sobre todo en lo vocal. Aprendí mucho de esas armonías vocales; en mis discos suelo poner todas las voces, hasta imitaba ese falsete de Brian tan perfecto.
Siempre lo tengo y lo tendré de referencia. Es más: es un disco que suelo regalar a la gente que aprecio si sé que no lo tiene. Lo tengo en todos los formatos y versiones posibles, porque siempre lleva alguna cosa diferente. Es uno de los discos más grandes de la historia de la música. El poder que posee no lo tiene casi nada en la vida. Conecta con nuestros sentimientos más profundos, hasta acercarnos a cierta divinidad personal.
Pasaron los años y, un día, Pilar y yo decidimos casarnos porque nos apetecía reunir a nuestras familias y amigos en una fiesta. La canción con la que salimos juntos no podía ser otra… «God Only Knows». Los dos estábamos de acuerdo en que era la canción perfecta para ese momento y otra vez se cumplió lo espiritual y lo terrenal.
“Pet Sounds” es el disco que todo joven debe escuchar en intimidad, a solas y tranquilamente. Es el camino entre lo físico y lo espiritual. Es uno de mis discos favoritos, no ha envejecido nada: como un Dorian Grey, siempre está joven y dispuesto; aunque sus instrumentos sean viejos, suenan más modernos que Animal Collective. Está claro que Brian tiene sus sentidos unos pasos más allá que los demás mortales.
En una época en que te sientes confuso con la vida o con el amor, que no formas parte de nada, puede ayudarte. “Pet Sounds” siempre fue mi refugio y el de otras personas con cierta sensibilidad. Hay algún vídeo en YouTube de La Familia del Árbol con Guille Milkyway (La Casa Azul) haciendo una versión en castellano de “God Only Knows” con un coro de niños: siempre he intentado devolver todo lo que Brian y su disco de la juventud a la madurez me dio y me enseñó. Se merece todo el reconocimiento del mundo, teniendo en cuenta que cuesta encontrar esos sentimientos en la música actual tan enlatada y falta de alma.
No sé si he conseguido transmitir lo que “Pet Sounds” ha significado para mí, es difícil llevarlo a palabras. Lo que sí sería bonito es que alguien leyera esto y corriera a escucharlo”. [/nextpage]