«We need a myth / We need a path / Through the mist«… Will Sheff arranca «We Need a Myth«, el tema central de «I Am Very Far» (Jagjaguwar / PopStock!, 2011), poniendo en voz alta algo que llevamos cuatro discos intuyendo cada vez con mayor poderío. De hecho, los álbumes que preceden al que nos ocupa se presentaron en forma de dos dípticos separados. El primero en llegar, formado por «Black Sheep Boy» (Jagjaguwar, 2005) y «Black Sheep Boy Appendix» (Jagjaguwar, 2005), expoliaba el nombre a una canción de Tim Hardin, sin duda uno de los espejos icónicos en los que se miran Okkervil River cuando se pone el sol y la banda baja sus habituales revoluciones para descansar al amparo de algún árbol frondoso y particularmente oloroso. El segundo retablo musical estaba formado por «The Stage Names» (Jagjaguwar, 2007) y «The Stand Ins» (Jagjaguwar, 2009), donde de lo particular se pasaba a lo general abordando todo un conjunto de mitos ocultos de la historia de la música y periferias, como el reverso musical (y menos tomatero) del «Hollywood Babilonia» de Kenneth Anger.
Tras semejantes esfuerzos de prospección, «I Am Very Far» es algo así como el momento en el que, después de estar nadando entre corales a media profundidad sin bombona de oxígeno durante un rato inhumano, el buceador sale a la superficie a tomar aire: toma bocanadas de una en una, pero con una intensidad brutal y violenta. Así funciona esta última entrega de Okkervil River alejada de las cohartadas homogeneizadoras: las canciones se catan una a una, intensamente, de forma individual. Pero eso no significa que nos encontremos ante un conjunto desmembrado y deslavazado. Al fin y al cabo, las constantes de los de Will Sheff siguen latiendo bajo cualquier piel de serpiente que les dé por vestir: las voces siguen siendo teatrales y exaltadas, las letras omnipresentes y escoradamente pedantes en su abordamiento del pop como ejercicio culterano, la multi-instrumentalidad a la búsqueda de la progresión indie-rock perfecta… Y esto último, claro, sin atisbo del shoegaze tan de moda: Okkervil River siempre han optado por la limpieza de líneas melódicas en un afán de construir la estructura de cristal pluscuamperfecta, de erigir el edificio de palitos de azúcar más alto posible como si fueran una patrulla de curris fragglerockianos híper serios, ultra conscientes y algo graves.
Es encomiable que, siendo «I Am Very Far» el primer disco de Okkervil River producido totalmente por el mismo Will Sheff, resulte que los rasgos característicos de su sonido permanezcan inalterables: buena señal, signo de que este hombre siempre lo ha tenido bien claro y no se ha dejado contagiar por visiones externas comunmente intrusivas. De hecho, desterrada la palabra «cambio» de esta crítica, la única opción es echar mano de la socorrida «evolución»: si Okkervil River lleva unos buenos años siendo el hijo bastardo más estimulante de toda la ristra de hijos bastardos que le salieron a Neutral Milk Hotel, con «I Am Very Far» resulta que la banda consigue que aquel sonido (que en los anteriores trabajos se había pasado ya por una batidora fronteriza al estilo de Calexico que aquí sigue intacta en las trompetas de atardecer de «Hanging From a Hit«) se dirija ahora hacia los pagos épicos de Arcade Fire. A la manera de Will Sheff, claro: aquí y allá hay fogonazos de la megalomanía de subidones de los canadienses (especialmente en esa «White Shadow Waltz» capaz de cortar la respiración a cualquiera a base de la acumulación de capas de instrumentos) pero, de nuevo, el resultado final sigue siendo puro Okkervil River.
Como ya se ha dicho, las canciones de «I Am Very Far» van llegando de una en una, como diferentes relatos de una compilación literaria de piezas cortas pertenecientes todas a un mismo autor: «The Valley» abre el disco con un ritmo marcial en crescendo que remite directamente a otras cimas de la banda como «Unless it Kicks» o «Lost Coastlines» pero en la versión folkl-rock de la Guerra Civil americana que hace poco entregaron The Decemberists; «Piratess» demuestra que Sheff tampoco es inmune a las brumas ochenteras de los últimos tiempos marcándose un ritmo ciertamente synthero -sin necesidad de utilizar sintetizadores- que acaba apisonado por una guitarra-tractor; «Wake and Be Fine» vuelve a mirar hacia Canadá pero esta vez con la vista puesta más bien en los primeros y rugosos Wolf Parade; «The Rise» cierra el disco de forma sublime con una canción-eco en el que las voces se desdoblan y se responden sobre la alfombra de las teclas de un piano que acabanengullidas por un final apoteósico y dramático… Y, por encima de todas, la ya mencionada «We Need a Myth«, justo a la mitad del track list, actuando de bisagra sobre la que se cierra un trabajo que seguro que sirve de respiro para Okkervil River antes de acometer, de nuevo, algún otro de sus proyectos megalómanos. Porque, tal y como afirma Sheff en esta canción, por mucho que haya explorado sobre el tema, la inquietud y el malestar persiste: «And if all we’re taught is a trick / Why would this feeling persist? / And with the truth closing in / I must insist… / We need a myth«. «I am Very Far» ha sido el respiro de Will Sheff en la superficie. Ahora le toca volver a meter la cabeza bajo el agua y seguir buscando esos mitos de los que la cultura occidental sigue huérfana.
I Am Very Far by Okkervil River