Sr. Chinarro podría haber optado por seguir igual y cosechar más éxitos todavía… Pero en «El Progreso» desvía tomar desvíos hacia lugares inesperados.
El anterior disco de Sr. Chinarro, “Perspectiva Caballera” (VEEMMM, 2014), sugería que Antonio Luque volvía a sus orígenes, a aquellos en los que recurría a una paleta sonora sobria y tintada en blanco y negro que actuaba como soporte de versos crípticos y salpicados de requiebros textuales. Un viraje que parte de su afición celebró como un necesario re-encauzamiento tras la que se podría denominar su etapa luminosa, caracterizada por un puñado de discos preñados de (mucho más que) pop melodioso que tuvieron en “El Mundo Según” (Mushroom Pillow, 2006) y “¡Menos Samba!” (Mushroom Pillow, 2012) dos de sus puntas de lanza. Independientemente de deseos ajenos, Luque constataba que la decisión de ejecutar ese movimiento había sido tomada sin ningún tipo de traba empujado por su inagotable fuente creativa y las ventajas (con sus inconvenientes logísticos) de la autoedición.
Vamos, que había hecho lo que le había dado la gana, básicamente. Como otras veces en las que parecía haber perdido el norte, cuando en realidad ni siquiera lo estaba buscando. Porque, en “Perspectiva Caballera”, Antonio Luque prefería seguir viendo pasar la vida desde el sur, desde su atalaya andaluza, para contar y cantar sus vicisitudes con fina ironía, lirismo costumbrista, rimas exactas y una amplia perspectiva del resto del mundo. Un punto cardinal que tomaba más como un referente poético que como influencia musical, arrinconada en brillantes capítulos de su pasado más y menos reciente. Pero los antojos que proporciona la libertad artística ganada a pulso, cuyas riendas tan bien maneja Luque, abrieron una pequeña rendija para que volvieran a colarse en su refugio privado suaves y templadas brisas de aquel alegato meridional que jamás se silenció ni se difuminó con el paso del tiempo y los efectos de la desmemoria.
Una idea que Luque, para maridar la calidez sureña en la que se envolvió antaño con el reposado tono general que define el nuevo álbum de Sr. Chinarro, “El Progreso” (El Segell del Primavera, 2016), reforzó en el estudio con la intervención de J (Los Planetas, Los Evangelistas, Grupo de Expertos Solynieve) en las tareas de producción, hecho que ayudó a que cuajase la mezcla final, tan inesperada a estas alturas de la trayectoria chinarra como bien resuelta. Uno de los ejemplos paradigmáticos que se hallan en su repertorio es “La Ciudad Provisional”, versión 3.0 del revisionismo de la tradición flamenca en cuyo núcleo se trenzan de manera natural claroscuros eléctricos y un estribillo sobre palmas que actúa como giro melódico que abrillanta la canción. Le van a la zaga la titular “El Progreso”, cantada al alimón con Soleá Morente, que se confirma como musa del pop andaluz alternativo de la presente década; y “Maravilla (Fandango Tropical)”, un sorprendente híbrido entre los ritmos calientes de “¡Menos Samba!” y la frescura de “Del Montón”. La spaghetti-rock “La Fiebre del Oro” -con intro que reproduce el mítico tema de “El Bueno, el Feo y el Malo”– completa el segmento sureño con Sr. Chinarro en un desierto crepuscular de Almería y Antonio Luque cual Clint Eastwood disparando contra la avaricia que corroe nuestra realidad.
Pero volvamos al principio del texto para no olvidar que “El Progreso” se incrusta en una fase de retorno a las raíces sonoras de Sr. Chinarro. De ahí que la otra gran porción del LP profundice en ese proceso desde su comienzo con “Efectos Especiales” -de desarrollo parsimonioso, repleto de matices, con empaque, acordes claros y arreglos nítidos-, cuyo poso trascendente se prolonga después en las comatosas y muy Red House Painters “El Castigo” -con decorado onírico- y “Fase Lunática”, todo un arrebato sentimental propio de noches de insomnio con la que Luque demuestra que, cuando quiere, puede ponerse (muy) romántico. Mención aparte merece “La Mujer”, otro latigazo en el corazón que se eleva poco a poco entre espirales eléctricas y vocales que remiten, inevitablemente, a la emotividad cósmica de Los Planetas. Esta calma rítmica hace que “Manía Persecutoria” -con las redes sociales en el punto de mira- y “Walden” -referencia a la vida de ermitaño narrada en el libro homónimo de Henry David Thoreau– parezcan excepciones (lustrosas, eso sí) por sus cadencias uptempo.
Por la variedad que ofrece y la recuperación de ciertas sonoridades que semejaban superadas, es probable que más de un oído acomodado se haya llevado una agradable sorpresa con “El Progreso”, detalle que remarca la imprevisibilidad de Sr. Chinarro y, por extensión, de Antonio Luque. Reforzado por la pericia instrumental de los granadinos Pájaro Jack -que actuaron como banda de refuerzo de lujo- y el trabajo de J a los mandos -que le ha sentado como anillo al dedo-, ha aprovechado tal alineación planetaria para mantener el listón en una altura elevada. Después de más de veinte años de trayectoria, es todo un mérito convertido en costumbre. Que no se pierda. [Más información en la web de Sr. Chinarro]
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