Os prometemos que hemos intentado entender lo de Zayn Malik… Pero es imposible. Y os explicamos por qué con cinco gifs animados.
Me pierdo. Lo siento mucho, pero me pierdo. Alguien me explicó una vez que la serie «The Good Wife» (que no he visto en mi puñetera vida) presentó un juicio en el que el hecho científico de que los blancos vemos a todos los negros iguales era un argumento de peso para probar que un testigo (blanco) era incapaz de identificar a un culpable (negro). Pues a mi me pasa un poco igual con todas esas hordas de niñatos que van empaquetados en grupos destinados a mojar las bragas de las adolescentes que todavía no saben hacia donde canalizar sus pulsiones sensuales y acaban locas del chochete confundiendo los términos sexuales y los musicales.
A Justin Bieber lo reconozco porque no va en pack. Y porque es un bocas. Y porque le he visto el rabo… Pero con el resto tengo serios problemas. El año pasado me aprendí quién es Nick Jonas porque el chaval se lo curró a la hora de salirse del rebaño Jonas (y porque, para qué lo vamos a negar, está bastante rico). Y este año, por un momento, tuve la tentación de aprender quién es Zayn. Pero se me quitaron las ganas. De hecho, por poco se me quitan las ganas de vivir. Peligros del periodismo cultural moderno.
La cuestión es que, de repente, empecé a ver al tal Zayn en todos lados. Mi primera reacción fue pensar que era otro Jonas. Pero se ve que no… Así que, apelando a esos instintos periodísticos mencionados más arriba que casi sabotean mi «puta bida«, me dispongo a investigar quién es este tipejo. Dejad que, a continuación, os muestre el resultado de mi investigación (no demasiado profunda, para qué lo voy a negar) y resuma a través de cinco gifs los motivos por los qué Zayn no (me) interesa un carajo.
PORQUE VIENE DE ONE DIRECTION. ¿Hola? Si ya era suficientemente jodido pensar que el chaval provenía de los Jonas Bros, más chungo todavía es saber que se hizo famoso en «The X Factor» (que, a mi entender, es un programa que produce mayor horror e inquietud que la nueva temporada de «Expediente X«). Junto a otros cuatro chavales de los que no me voy a molestar ni en mirar su nombre en la Wikipedia, Zayn se vio arrojado de repente dentro del caldero mágico de Simon Cowell, que no sólo es el culpable de que la aberración One Direction exista en el mundo, sino que también tiene la culpa de que el 97,28% de la música que se produce a día de hoy sea una auténtica basura.
Sea como sea, reconozco que a One Direction sólo los tengo en mente por haber protagonizado algunos de los memes homosexuales más jodidos de los últimos años… Así que, al final, supongo que la decisión de Zayn Malik de apartarse de esta panda destinada a vivir eternamente bajo la sospecha de la sodomía es incluso comprensible.
PORQUE NO ES NI GUAPO. Vale, reconozco que en el mundo de las boy bands esto del buenorrismo no ha sido nunca un valor al alza. Los Backstreet Boys podrían haber sido tus primos lejanos del pueblo haciéndose pasar por unos proto-hipsters de ciudad. Digan lo que digan, en Take That no se salvaba ni uno. E incluso Justin Timberlake empezó a estar bueno después de dejar ‘N Sync (y cuando dijo «stop in the name of love» a eso de vestir de total look denim junto a Britney)… Pero es que lo de Zayn clama al cielo. En serio.
Ya he dicho más arriba que Nick Jonas por lo menos está macizorro, pero es que en el caso de Zayn te dan ganas de darle un bocadillo de jamón, un tratamiento para quitarle de encima todos esos tatuajes hórridos (y que conste que no tengo nada en contra de los tatuajes en general, sino de estos tatuajes en concreto) y una Gillette para quitarse esos cuatro pelos de mierda que hace pasar por barba. Vale, que el buenorrismo es un valor puramente subjetivo. Pero es que, según mi parecer, hay que estar muy tarada para que esto te parezca sexy.
PORQUE ES JODIDAMENTE ABURRIDO. En este punto quiero dejar bien claro que no soy un lector del Rockdelux que lo más nuevo que escucha en su día a día es el primer disco de Tortoise. Ni mucho menos. Me alegra poder decir que soy conocido entre mis amigos por echarme al coleto las mierdacas más gigantescas, todo sea en pos de encontrar un diamante en bruto entre las aguas fecales del pop contemporáneo. Pero es que, igual que me ocurre con muchos otros supuestos nuevos ídolos pop (ahí va Ariana Grande, más allá Iggy Azalea), me parece que a Zayn le faltan lo básico en este tinglado: canciones. Buenas canciones. Madonna tiene jitazos. Britney tiene jitazos. Incluso la Gaga tiene jitazos… Pero a esta generación le falta concreción.
Y que conste en acta que he pasado por el suplicio de escucharme de cabo a rabo su debut en solitario, «Mind of Mine» (Sony, 2016), para poder decir que es una bazofia aborrecible. No se salva ni un tema. Y los que más se acercan al concepto de salvación es porque asimilan (más mal que bien) la renovación del r&b que hace tiempo que fue electrificada por unos future beats que a este chaval tienen que sonarle a marcianada pura y dura. Oye, y si a Beyoncé le van los future beats, ¿por qué no al crío este?
PORQUE SUBE MODESTO, QUE BAJA ZAYN. En el siglo XX decíamos que por la boca muere el pez… Pero en el siglo 21 parece ser que el que muere por la boca es el ídolo pop. Que se lo digan a Justin Bieber. Al fin y al cabo, para alguien como yo, ajeno por completo a los movidones de este tipo de artistas, observar desde detrás de la barrera sólo puede producir una inquietante sensación de mal rollo. ¿Por qué todos los tipos como Zayn tiene más actitud que canciones?
Será porque, al fin y al cabo, les han inculcado desde los despachos de marketing que ellos lo valen. Será porque sin actitud no son nada. Será porque son la encarnación definitiva de esa generación que ha crecido con unos padres que confunden la educación positiva con hacerles creer a los hijos que son los puñeteros reyes del pollo frito #tolrato. Y no. Para ser estrella, hay que brillar como tal. No basta con la pose.
PORQUE TIENE TAN POCO CARISMA QUE ES INCAPAZ DE ENROLLARSE CON GIGI HADID DE FORMA MEDIANAMENTE SEXY. Así os lo digo: hasta yo tendría más rollo enrollándome con Gigi Hadid del que muestra Zayn en el vídeo de «Pillowtalk«. Y supongo que, vistos todos los comentarios de este artículo, habréis entendido que me va más la carne que el pescado. Pero es que, al fin y al cabo, el hecho de que este chaval sea incapaz de mostrarse sexy con su propia pareja delante de una cámara pone en evidencia su estruendosa falta de carisma.
Sí señor, carisma. Ese gran ausente en todas estas estrellas pop de nueva generación que confunden la post-producción con la puesta en escena. Muchos de nosotros crecimos idolatrando a todo un conjunto de artistas a los que les bastaba la fuerza de la mirada para imponer su aplastante presencia… En comparación, es imposible no abandonarse al pensamiento de que, al final, lo de Zayn está destinado a perderse en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Y chao.