A cualquiera podría parecerle una locura (e incluso una incohorencia suicida) abordar el Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya desde un punto de vista sobre-intelectualiado. Si hay una etiqueta que persigue al certamen catalán es precisamente la de ser un festival para freaks, para aficionados a unos géneros puramente bastardos que raramente tienen cabida en los clase A. Da igual que en esta 46 edición se cumplan veinte años de una sección tan sibarita como Seven Chances (en la que siete periodistas eligen siete films del mejor cine invisible de los últimos tiempos y los rescatan con un mimo impecable) o que las Noves Visions que siempre han priorizado la autoría por encima del fantástico cada vez tengan más sub-secciones tan estimulantes como la que aborda el cine más experimental. Y digo que dan igual estos esfuerzos del Festival de Sitges por desembarazarse del corsé friki porque la perecepción generalizada sigue siendo que este es un festival donde la diversión prima por encima del intelecto.
Y tampoco voy a negar que en Sitges hay mucha (pero que mucha) diversión. Para empezar, y como cada año, la mayor parte de proyecciones se han visto superpobladas por un público entregadísimo que ha vuelto a liarla cuando tocaba… y cuando no tocaba. Aplausos, griterío y vociferios son el pan nuestro de cada día, y lo mejor es que la mayor parte de veces lo que hacen es mejorar la experiencia del visionado. Han sido un total de once días que, del 10 al 20 de octubre han llevado hasta Sitges un elenco de films con uno de los mejores niveles medios de los últimos años. Así lo certifica, además, un palmarés en el que brilla especialmente el galardón a la mejor película concedido a la inquietante pero divertida «Borgman» de Alex Vam Wanderman, un film que ha sido ampliamente comparado con «Canino» pero que se acerca más a una versión nórdica del «Sitcom» de François Ozon (e incluso a un clásico como «Teorema«). Navot Papushado y Aharon Keshales han sido distinguidos con la mejor dirección gracias a su «Big Bad Wolves«, mientras que los premios de actuación han recaído en Juno Temple (por «Magic Magic«) y Andy Lau (por «Blind Detective«). Desde su primer pase, estaba clarísimo que «Coherence» se alzaría con el mejor guión, mientras que Larry Smith también estaba cantado para la mejor fotografía por su sublime apuesta visual en «Only God Forgives«. «Afflicted» fue distinguida como la película con mejores efectos especiales. Y dos films no podían quedarse fuera del palmarés: la muy romántica (en la acepción novelesca) «Only Lovers Left Alive» de Jim Jarmush recibió el Premio Especial del Jurado, mientras que «Jodorowski’s Dune» se llevaba la Mención Especial del Jurado.
Esta ristra de premios debería ser suficiente para justificar cualquier acercamiento intelectualizado al Festival de Sitges 2013… Y aunque buscar las líneas temáticas del certamen de este año no puede ni debe rehuir de los terrenos del género (ahí está la profusión de vampirismo), también es de recibo hablar de algunas temáticas que están presentes en muchos otros festivales de clase A que son los que precisamente marcan el ritmo anualmente. Cuatro temáticas en las que queda encapsulada la programación de un festival que hace tiempo que dejó de ser para aficionados a la sangre y las vísceras. El Festival de Sitges es mucho más, así que habrá que buscar nuevas herramientas con las que abordarlo.