MGMT, Belle and Sebastian, Franz Ferdinand y Editors acaban de lanzar disco… Y mientras los analizamos, acabamos por preguntarnos: ¿estamos en el año 2018 o en 2008?
En cuestión de poco más de dos meses, entre el inicio del año y los primeros días de marzo, se concentró la publicación de los últimos discos de cuatro grupos emblemáticos del planeta alternativo: MGMT, Belle and Sebastian, Franz Ferdinand y Editors. Esta situación nos ha llevado a hacernos una pregunta singular, como si una extraña fuerza nos hubiese introducido en un agujero de gusano para practicar un salto temporal: ¿estamos en 2018 o en 2008?
Si echamos la vista una década atrás a estas mismas alturas, observaremos que nos les iba mal del todo a los cuatro nombres mencionados: MGMT empezaban a escalar hacia la cumbre del hype creado alrededor de su disco de debut, “Oracular Spectacular” (Columbia, 2007); Belle and Sebastian se encontraban en un pequeño limbo tras editar “The Life Pursuit” (Rough Trade, 2006); Franz Ferdinand veían cómo los efectos de “Do You Want To” aún no se habían disipado; y Editors disfrutaban de una época de vino y rosas dispuestos a jugar las ligas mayores con su segundo trabajo, “An End Has A Start” (Kitchenware, 2007).
Esta clase de revisiones nostálgicas tiene su parte positiva: recordar los mejores momentos de unas bandas que pasaban por etapas de esplendor. Pero también presenta una cara negativa: diez años después, podemos comprobar con claridad cómo ha sido su evolución posterior y cuáles de ellas han resistido los embates del tiempo y de una posible falta de inspiración.
Por eso hemos querido aprovechar que han coincidido en un corto intervalo la salida de “Little Dark Age” (Columbia, 2018) de MGMT, “How To Solve Our Human Problems” (Matador, 2018) de Belle and Sebatian, “Always Ascending” (Domino, 2018) de Franz Ferdinand y “Violence” (PIAS, 2018) de Editors para analizar cada caso y descubrir quiénes se mantienen en la brecha con dignidad y reverdecen laureles o, por el contrario, han perdido el fulgor que irradiaban en aquel lejano 2008.
[/nextpage][nextpage title=»MGMT» ]Los dos primeros temazos de MGMT hicieron pensar que se comerían el mundo… ¿Es «Little Dark Age» la prueba de que al final se han comido el mundo, pero en sus propios términos?
LITTLE DARK AGE / MGMT. La explosión de éxito que provocó “Oracular Spectacular” gracias a sus dos temas estrella, “Kids” y “Time To Pretend”, hizo que MGMT corriesen el peligro de ser arrastrados por su onda expansiva. La peña más trendy y los proto-hipsters de finales de la década pasada salivaban con sus canciones, pinchadas hasta el hartazgo en toda discoteca y todo festival indie que se preciara. Quizá como reacción a las consecuencias de aquel gigantesco hype, Andrew VanWyngarden y Ben Goldwasser plantearon sus dos siguientes discos desde distintas ópticas: dejándose llevar por la locura narcótica de Peter Kember (Sonic Boom), productor de “Congratulations” (Columbia, 2010); e intentando volver al redil de la psicodelia accesible por mandato de su sello, aunque sin buenos resultados, con “MGMT” (Columbia, 2013).
Tras esos dos movimientos, muchos empezaron a perder la esperanza de recuperar a los MGMT más certeros. Craso error. Que hubieran conseguido entregar dos hits de enorme potencia no significaba que ese fuera el objetivo primordial de MGMT en los tres discos mencionados, como tampoco lo es (aunque lo acaben logrando) en “Little Dark Age”, donde retoman la senda del psych-pop inmediato, infeccioso y colorista. Paralelamente, otro hecho que se constata en su cuarto trabajo es una apertura de su paleta psicodélica hacia el pop ochentero (tintado en blanco y negro a lo The Cure en “Little Dark Age”), el pop amable a medio camino entre M83 y los primeros Empire Of The Sun (“Me And Michael”, “One Thing Left To Try”) que igualmente mira cara a cara a Tame Impala (“Hand It Over”) e incluso el pop hipnagógico (se nota que Ariel Pink y Connan Mockasin han intervenido en parte del disco), que se mezclan perfectamente con su acostumbrado barroquismo psicotrópico.
Da la sensación de que, con “Little Dark Age”, MGMT se encuentran instalados en una dimensión diferente a la habitual, pero, en realidad, reconocible. Desde su interior han conseguido resituarse como acertados actualizadores de la psicodelia primigenia y, al mismo tiempo, alcanzar otra vez la cabeza del pelotón de lo que en su día denominamos en Fantastic postneopsicodelia. [Más información en la web de MGMT // Escucha «Little Dark Age» en Apple Music y en Spotify]
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Belle and Sebastian no son unos extraños en el formato EP… Y su vuelta a él con tres entregas recopiladas en un LP final les ha rejuvenecido a base de bien.
HOW TO SOLVER OUR HUMAN PROBLEMS / Belle and Sebastian. Belle and Sebastian siempre han tratado con cuidado el formato EP, desde sus inicios componente fundamental de su discografía (sus fans aún tienen muy presentes sus ediciones en tamaño corto a finales de los 90). De ahí que no hubiese llamado la atención que decidieran entregar sus nuevas composiciones divididas en tres partes bajo el mismo título, que se han reunido finalmente en un solo disco, “How To Solve Our Human Problems”. La excusa de esta estrategia era mantener el interés del receptor sobre su música y, a la vez, que el grupo rompiera su rutina en la medida de lo posible.
Objetivo conseguido. Porque Belle and Sebastian se han explayado a gusto con la fórmula que manejan con mayor habilidad: la del pop inmaculado y melódicamente brillante, pese a determinados coqueteos con la electrónica, como sucede en “We Were Beautiful” o “Poor Boy”, prolongaciones de sus experimentos sintéticos en el anterior “Girls In Peacetime Want To Dance” (Matador, 2015). Por algo son los bastiones más veteranos del pop británico ilustrado junto a The Divine Comedy y, si les diese la gana, podrían hacer una y otra vez el mismo tipo de canción sin causar empacho.
Su experiencia y sabiduría en la materia, sin embargo, les permiten tallar piezas de aspecto variable, conservando intactas su candidez e inocencia gracias no sólo a su pericia instrumental, sino también al carisma de sus encantadoras voces, independientemente de quien se ponga ante el micro, Stuart Murdoch, Stevie Jackson o Sarah Martin. Como si fuese la tarea más sencilla del mundo, Belle and Sebastian facturan varias gemas sonoras (“Show Me The Sun”, “The Same Star”, “I’ll Be Your Pilot”, “Best Friend”) que tienen en “The Girl Doesn’t Get It” uno de sus muestras más sobresalientes, candidata a engrosar la lista de clásicos de la banda.
Quizá no logren resolver los problemas de los humanos, pero Belle and Sebastian sí ayudan con sus canciones a sobrellevarlos de la mejor manera posible. [Más información en la web de Belle and Sebastian // Escucha «How To Solver Our Human Problems» en Apple Music y en Spotify]
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«Always Ascending» debería haber sido un subidón después de la resurrección de “Right Thoughts, Right Words, Right Action”… Pero no. Franz Ferdinand, siempre bajando.
ALWAYS ASCENDING / Franz Ferdinand. Cuando una banda comienza un concierto o un álbum con su canción más potente, se enfrenta al riesgo de que todo lo que venga a continuación se desinfle como un suflé. A Franz Ferdinand, cuyo saco de bangers está bien lleno, se les supone capacidad suficiente para realizar tal osadía y superarla con creces sin que a Alex Kapranos se le despeine su teñida cabellera, ya sea en directo o, como en el caso que nos ocupa, en formato disco.
Porque “Always Ascending” empieza a tope con el single titular, un pepinazo indie-disco que recuerda a los años de gloria de los escoceses y prepara al oyente para, como su nombre indica, ir siempre hacia arriba y mantenerse en un subidón permanente. Y luego, ¿qué? “Lazy Boy” también evoca aquella época en que Franz Ferdinand convertían en oro post-punk / new wave todo lo que tocaban, pero a partir del quinto corte los efectos del estallido inicial se van diluyendo.
Y eso que el empeño de lanzarse con más ahínco que nunca a la electrónica de la mano de Philippe Zdar (Cassius) en la producción pintaba muy bien, aunque al final da una de cal y otra de arena: si en “Feel The Love Go” el ensayo se resuelve satisfactoriamente, en “Paper Cages” patina en su intento de parecer una remezcla al ralentí de “Take Me Out”. Inevitablemente, se echa de menos la labor del ausente Nick McCarthy, cuya aportación a la guitarra marcaba la diferencia.
Por desgracia, la resurrección de Franz Ferdinand consumada en “Right Thoughts, Right Words, Right Action” (Domino, 2013) se ha difuminado en “Always Ascending”. Al final, todo lo contrario: siempre bajando. [Más información en la web de Franz Ferdinand // Escucha «Always Ascending» en Apple Music y en Spotify]
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Solo se nos ocurre una palabra para calificar el nuevo trabajo de Editors: synth-sentido… Sí, nos la acabamos de inventar. Y no nos podría chiflar más.
VIOLENCE / Editors. Si repasamos la discografía de Editors, descubriremos que se rige por una curiosa regla, que llamaremos ‘2-1-2-1’: a dos discos buenos o, al menos, aceptables, sigue uno malo. Eso sucedió con “In This Light And On This Evening” (Kitchenware, 2009), tras los dos primeros álbumes que elevaron a Editors a la categoría de grupo clave del pop-rock de Gran Bretaña a mediados de la década pasada. Y ha vuelto a ocurrir con “Violence”, después de que Tom Smith y compañía hubiesen transmitido síntomas de recuperación en sus dos LPs previos.
Curiosamente, este desliz coincide con otro retorno evidente de la banda a los sintetizadores, dejando en un plano secundario las guitarras, como nueve años atrás. Así, “Violence” es la constatación -por si todavía existía alguna duda- de la irregular trayectoria de Editors durante la última década, caracterizada por los vaivenes en busca de la identidad perdida tras apagarse la mecha del revival del post-punk británico. En función de cómo sonaban en cada disco, daba la sensación de que querían parecerse a U2, Coldplay y, como en el caso de “Violence”, a Depeche Mode. O a todos ellos a la vez. Esta constante desfiguración se combinó con su esfuerzo por conquistar grandes cotas de audiencia, lo que repercutió en su sonido, demasiado reblandecido para llegar a algo similar al pop-rock de estadio.
“Magazine”, el tema de presentación de “Violence”, lo corroboró de una manera diáfana. Y resulta que es el tema más aprovechable del LP, porque la nueva probatura sintética de Editors transita por un desierto plano en el que no hay un buen riff ni una mínima melodía memorable que llevarse a los oídos. No faltan, en cambio, momentos absolutamente olvidables como “Hallelujah (So Low)”, que demuestra que intentar imitar a Muse acarrea terribles consecuencias; o pasajes anodinos, como “Nothingness”, cuyas formas y título resumen a la perfección el disco.
“Violence” es, básicamente, un despropósito. Un synth-sentido. [Más información en la web de Editors // Escucha «Violence» en Apple Music y en Spotify]
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