Precisamente porque «enero sucks!», queremos ofrecerte todo un conjunto de playlists que sean un survival kit emocional hasta febrero… Aquí llega la primera.
[dropcap]T[/dropcap]al y como quedó explicado en esta editorial, la temática de este mes en Fantastic Plastic Mag es «Enero sucks!«. Y aunque pudiera parecer que nos vamos a pasar todo un mes despotricando contra este mes tan jodido, nuestra intención es precisamente la contraria: admitir que enero apesta y, a partir de ahí, buscar todo un conjunto de motivos para sobrevivir hasta febrero. Así las cosas, ¿existe algo que nos dé más fuerzas para vivir que la propia música? Os respondo a la de ya: no, no existe nada más reconfortante que la música. Y es por eso mismo por lo que, en las próximas semanas, desde la redacción de FPM vamos a hacer todo un conjunto de playlist que actúen como «survival kits» emocionales para llegar intactos hasta el mes de febrero.
Lo curioso es que, desde ya, tendremos que convenir que cada uno sobrevive de formas muy diversas y variadas. La cuestión es que, a la hora de ponerme a recopilar mis «10 canciones para sobrevivir al mes de enero» me he dado cuenta de que, por mucho que la opción natural pudiera ser optar por música optimista, bailable y a tope, mi tendencia innata me ha llevado a realizar algo así como la recopilación de las «10 canciones para cortarse las venas en el mes de enero y olvídate de febrero». Supongo que, al fin y al cabo, el mundo se divide en dos castas: aquellos que enfrentan la tristeza con alegría y aquellos que se enfrentan a la tristeza con un espejo de tristeza que la multiplique hasta el infinito y más allá.
La selección de canciones que viene a continuación no es apta para la primera de esas dos castas. No sé si es porque, cuando estoy de bajuna, este tipo de música se sintoniza a la perfección con mi estado de ánimo y me reconforta; o porque, al fin y al cabo, estas canciones demuestran que siempre hay alguien más triste que tú… Sea por lo que sea, mi apuesta para sobrevivir hasta febrero no es derrochando alegría, sino encerrándose en un capullo de melancolía. Y supongo que no soy el único, ¿verdad?